La Voz de Galicia
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Una pequeña imperfección asonante me impide lograr un pareado. Pero a este trabajador nada le impide disfrutar, perfectamente pertrechado y observando todas las directrices de seguridad laboral, del aroma acre de un buen habano.
Mariano Rajoy lo va a tener más difícil, porque para la adecuada combustión de una buena vitola de tipo medio, necesitas al menos una hora, y los mercados no le han dado ni media. Además el disfrute de un buen montecristo ya no puede ser palaciego: en la Moncloa no se puede fumar. Yo creo que será en Génova. Me imagino a Rajoy escondiéndose de Cospedal, como un chiquillo, para poder entregarse a su placer adulto; me imagino a Cospedal olisqueando las solapas de la americana del líder, rastreando perfume de La Habana.
Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria, guardaba en el balcón de su despacho de presidencia una caja de cohibas; decía que no hay mejor humidor. Salía a fumarlos fuera del edificio, como un funcionario que sale a hacer su pitillo. Como solo disponía de cinco o seis minutos apagaba el puro, desobedeciendo las rígidas liturgias que recomiendan los sumilleres, y se lo colocaba en el bolsillo superior de la americana, donde solo debería asomar un almidonado pañuelo blanco. Cuando bajaba por segunda vez, sacaba de nuevo el puro del bolsillo y una gran polvareda de hojas secas de tabaco se suspendía en el aire. El manual del buen fumador de puros desaconseja expresamente interrumpir el sagrado proceso que vive un habano cuando se consume, pero la ortodoxia nunca fue el fuerte de Revilla.
Pero volviendo a Rajoy, ahora nos lo quieren convertir en un estadista europeo, en un tecnócrata. Porque creen que el parqué de nuestra bolsa es en realidad un tablao. No llega con poner trabas a la sagrada ceremonia del buen fumador, quieren que renunciemos a dos de las palabras más intrínsecamente ligadas al adn ibérico: sobremesa y siesta; quieren que asuma la palabra favorita de la Europa de sangre helada: productividad. Creo que Amnistia Internacional debería tomar cartas en el asunto.
La foto es de Óscar París.