La Voz de Galicia
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Si se hiciera visible el mítico mundo que pergeñó Tolkien, yo creo que la Tierra Media sería el Deza. Un territorio fértil donde la vegetación es frondosa y donde los desvelos agrícolas de sus habitantes se ven recompensados con copiosas cosechas y regalías varias. Un mundo rural y feliz habitado por seres nobles en ideales y cortos en talla. Un poco como el gran Lamazares, al que Tolkien debería haber escrito un personaje a su medida, entre la alquimia y la magia oscura; entre el chamán y el sumo sacerdote. Los hongos y las setas siempre han formando parte de ese abigarrado y barroquizante universo. Un cierto misterio las rodea. Si no llueve no salen, pero basta con un par de chaparrones para que hagan acto de presencia como si por la noche, mientras dormimos, una cuadrilla de duendecillos las plantaran con la resignada diligencia de la que solo son capaces los enanitos. Además, gracias el carácter tóxico de algunas setas, podríamos montar con ellas un menú soviético: de primero ensaladilla rusa, de segundo ruleta rusa. Los buscadores de setas, ajenos a estos peligros, se acaban entregando a esa ambición irracional que, en el tranquilo mundo Tolkien, vino a violentar la felicidad de su arcadia feliz. El hombre es cazador, recolector, y además coge setas. Eso explica los madrugones para llegar el primero a una húmeda carballeira donde se oculta el tesoro; las extrañas rivalidades por ver quién llena antes el cesto de mimbre; las complejas erudiciones con latinajos incluidos: boletus, amanitas, lactarius, macrolepiotas, pleorotus, tricholoma, efectivamente parece cosa de Tolkien.           
Al amparo del sombrero de una seta siempre se dijo que habitaba un gnomo. Bajo el sombrero de alguna de las setas de la estupenda fotografía de Marcos Míguez, David el gnomo podría hacerse un loft. De hecho el magnífico edificio que Crespo, alcalde de Lalín, capital de la Tierra Media, mandó levantar a Tuñón y Mansilla para albergar el nuevo concello, es lo más parecido a un corro de setas. Solo que esas setas no crecen de noche, esas  solo crecen cuando giran las hormigoneras.