Qué verde era mi huerto
Negociaron la compra del terreno, compraron una parte y, apresuradamente, hincaron el cartelón. El cartelón promete el sueño inmobiliario y una suerte de new deal truncado ahora por una sobredosis de realismo. Paradójicamente también promete zonas verdes en un ámbito básicamente rural, haciendo un sofisticado arabesco de marketing. Se batieron en retirada pero el cartelón permanece más erguido y sano que lo que crece en el huerto. No sabemos si volverán pero lo que tenemos ahora es un huerto con vestigios de una antigua civilización.… Seguir leyendo
La foto recoge el momento en el que un cofrade se prueba el nuevo hábito de su orden. Pero en mi mente calenturienta y, gracias al inteligente encuadre de Ramón Leiro, el cofrade se convierte en miembro de una orden secreta; el ancla y los remos que forman el escudo del Gremio de Mareantes, que así es como se llama la orden, se convierten en la escuadra y el compás de una oscura logia masónica; el honrado y bonachón padre de familia que seguramente se esconde bajo el capuchón, se convierte en un taimado miembro de la Santa Alianza, el servicio de espionaje del Vaticano. Todo esto y mucho más se oculta tras esta inocua foto, demostrando que un mismo tema puede ser romo o todo lo afilado que el fotógrafo sea capaz de conseguir.… 
Una pareja de reclusos que se casa no llega a la iglesia en limusina. Llega en furgón policial. Menos mal que no les hurtaron la foto de la boda obligándoles a vestir un mono naranja Guantánamo.
La fotografía y el Minimal tienen, a veces, puntos en común. Marcos Míguez fotografía a un anciano centenario. Se da cuenta de la potencia que ofrece su sombra proyectada. Después ya sólo le interesa la sombra y prescinde del propio anciano. Este proceso reduccionista es el mismo principio central del Minimal. Desvestir de elementos el hecho artístico para ir a la esencia. En un periódico tiene difícil cabida, pero mi blog tiene las tragaderas que yo mismo decido y me gusta mucho ver pensar a un fotógrafo.… 
Mi sastre siempre me dice que la elegancia verdadera está en los complementos, de ahí lo importante de elegir unos buenos gemelos o un buen cinturón, a juego con los zapatos. Estas sutilezas diferencian a un hombre elegante de uno que simplemente tiene dinero y vive cerca de unos grandes almacenes. Por eso, un bombero no puede presentar sus credenciales ignífugas acompañado de una regadera de plástico verde. A parte de que no combina en absoluto, no aporta esa necesaria ilusión de seguridad de la que se tienen que revestir las fuerzas y cuerpos. Creo que hay una explicación, creo que lo que vierte el artefacto no es agua sino un líquido para deshacer el aceite que vierte el coche siniestrado. No es excusa. Seguro que hay un aparato específico (disponible en Expobombero, feria del ramo, donde puedes encontrar todo lo necesario para sofocar barbacoas) para este uso, mucho más …