Otra pieza recurrente. La inauguración. Políticos aleteando cerca de una placa. Una carpa donde se sirve el refrigerio a cambio de unos discursos. Las fuerzas vivas del lugar haciendo pasillos donde no hay pasillos. Unos cuantos fotógrafos persiguiendo al Presidente o al Conselleiro. El resultado habitual no difiere mucho de la foto institucional que manda la propia Xunta. A no ser que el fotógrafo, como Gustavo Rivas de La Voz en Vigo, se despegue de la turba que forma con sus compañeros para contar la historia desde otro ángulo. Como en este caso de la azafata que camina lánguidamente hacia el punto de fuga, con la bandejita donde se depositan delicadamente las tijeras y más tarde los trozos de cinta que se cortan en el acontecimiento. Me pregunto dónde irá a parar tanto trozo de cinta, seguro que hay algún funcionario en alguna parte que los archiva. Un subsecretario adjunto de cintas o algo así. En ese momento álgido, el del corte, es en el que los fotógrafos se despachan a codazos la instantánea. A Gustavo no le hizo falta. Logró una imagen extrañamente evocadora. Muy cinematográfica.
