La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Boxeo y poesía

De un texto de Juan Gracia Armendáriz en Buensalvaje sobre las colosales peleas entre Frazier y Alí llego a otro de Joyce Carol Oates sobre la relación entre boxeo y poesía y, de ahí, salto a un revelador párrafo de Emily Dickinson (cortesía de La escuela de los domingos):

Si leo un libro y se me enfría tanto el cuerpo que ningún fuego puede calentarme sé que eso es poesía. Si tengo la sensación de que se me vuela la tapa de lo sesos, sé que eso es poesía. Son para mí las únicas maneras de saberlo. ¿Existe alguna otra manera?

Por ese tipo de cosas, amigos, todavía leemos y escribimos poesía a estas alturas de la partida.… Seguir leyendo

Letras de verdad. Por Ramón Loureiro

Disculpen también hoy que nos dejemos llevar así por la emoción, que el entusiasmo resulte tan evidente. Qué vamos a hacerle. A estas alturas, a uno cada vez le cuesta más ocultar los afectos por las personas y por las cosas que quiere, entre las que naturalmente está la verdadera literatura, madre de esos libros que hacen que vivir sea más fácil, o al menos no tan difícil como de un tiempo a esta parte viene siendo.  Tienen ustedes que leer, en cuanto puedan, Breviario del bus, el nuevo y magnífico libro de Luís Pousa, que como saben ve la luz bajo el sello Rey Lear, que dirige un editor de los de verdad, Jesús Egido, y que está prologado por Enrique Vila-Matas, nada menos. La de Luis, permítanme insistir en ello, es una obra de una modernidad absoluta, en la que géneros como la narrativa … Seguir leyendo

Gatsby no se acaba nunca

«Cuando era joven y más vulnerable mi padre me dio un consejo sobre el que he pensado mucho desde entonces»

El gran Gatsby. Francis Scott Fitzgerald. Traducción de Susana Corral. Reino de Cordelia.

 

Hay en los grandes narradores norteamericanos un cierto tono épico, casi bíblico, que logra por momentos que en su prosa emerja ese asombro inicial ante un mundo tan fieramente nuevo en el que todo estaba todavía por inventar. No es casual la devoción de Mark Twain, uno de esos gigantes de la narrativa estadounidense, por las peripecias de Adán y Eva. Es en esa sutil ingenuidad adánica, no exenta paradójicamente de violencia escénica, donde se encierra la magia fundacional de una literatura.
Lo cuenta en un párrafo de abrumadora belleza uno de los grandes, Francis Scott Fitzgerald (Saint Paul, Minnesota, 1896-Hollywood, 1940), en las postrimerías de El gran Gatsby: «Los árboles desaparecidos —los … Seguir leyendo