La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Todo muy español

En Barcelona (España) le pitan al himno y al jefe del Estado en la final de la Copa del Rey. Al presidente del Gobierno no le silbaron, pero más que nada porque no estaba. En París (Francia) la Asamblea de la República se pone en pie para aplaudir al rey de España (un Borbón de los Borbones de Francia de toda la vida).

En la final de la Champions (en Berlín) jugó y ganó un equipo español (el Barça), pero Rajoy tampoco apareció por el palco. Hace un año, en Lisboa, cuando disputaron el mismo encuentro dos equipos de Madrid, sí estaba el sonriente presidente del Gobierno. Incluso asistió un ex, José María Aznar, que hizo palmitas con otro presidente, el del Madrid, tras el gol del indómito Sergio Ramos.

El primer ministro español no se acercó a Berlín el sábado. Pero, tal vez para compensar, ya … Seguir leyendo

Boxeo y poesía

De un texto de Juan Gracia Armendáriz en Buensalvaje sobre las colosales peleas entre Frazier y Alí llego a otro de Joyce Carol Oates sobre la relación entre boxeo y poesía y, de ahí, salto a un revelador párrafo de Emily Dickinson (cortesía de La escuela de los domingos):

Si leo un libro y se me enfría tanto el cuerpo que ningún fuego puede calentarme sé que eso es poesía. Si tengo la sensación de que se me vuela la tapa de lo sesos, sé que eso es poesía. Son para mí las únicas maneras de saberlo. ¿Existe alguna otra manera?

Por ese tipo de cosas, amigos, todavía leemos y escribimos poesía a estas alturas de la partida.… Seguir leyendo

Mientras agoniza América

Selva Almada (Entre Ríos, Argentina, 1973) se aferra a los escenarios desolados. Lejos de la atmósfera urbana, porque justo ahí encuentra su mundo narrativo, su universo. Tampoco aparecen móviles ni tabletas en su prosa, que la autora traslada hasta los años noventa, o así, para silenciar la tecnología y dejar que hablen los personajes y su poderosa literatura:
-A propósito no hay celulares ni Internet: no sé cómo meter esos artefactos en un relato.
Hay muchos Faulkner en Faulkner, pero el Faulkner que desemboca en la obra de Selva Almada no es el de Santuario o Luz de agosto, sino el Faulkner crudo y despiadado de Mientras agonizo, ese texto devastador donde el yanqui tuvo las agallas de dejar en una página una única y desasosegante frase: «Mi madre es un pez».
Almada cuenta que Mientras agonizo es una de sus tres novelas favoritas, junto con El corazón Seguir leyendo

Fogwill y la luz argentina

El 21 de agosto del 2010 fallecía Fogwill, uno de los escritores más extraordinarios y más argentinos de su tiempo. Su hija Vera tuvo que hacer frente al apabullante legado de papeles y cuadernos que había dejado en el caos de su apartamento del barrio de Palermo. El desorden era su estado natural, y así lo confesaba:
—No hay gente viva que haya perdido tantas cosas, casas, muebles, armas, cámaras, ropa, diskettes, discos y libros como yo.
En aquel magma aparecieron dos inéditos (La gran ventana de los sueños y La introducción) y se abrió la puerta a la recuperación de la primera novela de Fogwill, Nuestro modo de vida, de la que se rescataron un primer borrador de 1980 (recuperado en Chile en el 2011) y, ya en el 2013, esta versión que ahora publica Alfaguara y que es anterior a Los pichiciegos y su leyenda (la escribió en … Seguir leyendo

Leer es peligroso

Leer es peligroso. Lo sabe bien quien ha caído en esta poderosa droga, una de las más adictivas y dañinas sintetizadas por el ser humano durante los últimos dos mil y pico años. Y más peligroso todavía es dedicarse a leer libros peligrosos. Esos que fluyen muy lejos de las convenciones, de las reglas establecidas y los prejuicios, para adentrarse en lo extraordinario y encender la mecha del asombro en el cerebro del lector.

A rastrear esa clase de textos se dedica Juan Tallón (Vilardevós, 1975) en Libros peligrosos, una aventura editorial puesta en marcha por Larousse, el sello que todos veneramos por esa enciclopedia que nuestros padres compraron a plazos para ver si nos ilustraban un poco allá en la infancia, y que ahora se reinventa con esta colección a la que sumarán sus canciones favoritas Jaime Urrutia y sus películas de cabecera Javier Tolentino.
El … Seguir leyendo

Shackleton, el sublime perdedor

Ya no se fabrican tipos como Ernest Shackleton. Perteneció a aquella estirpe de exploradores británicos de finales del siglo XIX y principios del XX que, con tal de descubrir un nuevo lago o de cartografiar una colina hasta entonces inédita, eran capaces de adentrarse en las fauces del diablo (incluso en sus babas) y presentarle luego sus credenciales en nombre de la Royal Society de turno.
Una de las grandes habilidades del británico es convertir un fracaso en algo colosal. Shackleton fue un perdedor magistral, de esos que ya tampoco se fabrican. Su historia la cuenta ahora William Grill en El viaje de Shackleton, un maravilloso libro ilustrado (o novela gráfica, a gusto del consumidor) que publica Impedimenta.
A Shackleton no lo doblegó su primera gran derrota. Participó en la expedición del capitán Scott, que perdió el pulso con Amundsen por pisar en primer lugar el … Seguir leyendo

Gaziel, el cronista de la Barcelona mínima

Cuenta Enric Juliana una escena dramática, que retrata con un fogonazo la posguerra (y, por elevación, la historia de este vapuleado país). Transcurre en Lisboa, en la rúa Garrett, un domingo de abril de 1954. Se cruzan en la calle el filósofo madrileño José Ortega y Gasset y el periodista barcelonés Agustí Calvet Gaziel. Son dos de las mentes más brillantes de su generación. Relata Juliana que se conocen y, alguna vez, charlan. Pero ese domingo de exilio, hacia la una de la tarde, el periodista-filósofo y el filósofo-periodista no se dirigen la palabra: «Los dos hombres de la rúa Garrett se cruzan sin saludarse». «Todo se ha perdido. España es un erial y ambos se han convertido en espectros», sentencia Juliana.

Para no repetir la escena de esa España que se ignora a sí misma, que solo lee su propia epidermis, hay que zambullirse en Ortega, claro, pero … Seguir leyendo

Vallcorba, el editor

Agosto se llevó a Jaume Vallcorba, el editor de Acantilado. Llevaba tiempo enfermo y cuentan sus amigos que, durante el verano, se dedicó a llamarlos por teléfono para despedirse de ellos.
—Hola, soy Jaume. Llamo para despedirme.
—¿Te vas de viaje?
—No, no me voy de viaje. Me estoy muriendo.
Así se las gastaba Vallcorba, temido y venerado en el gremio, donde todos aspiran a levantar de la nada su Acantilado, sus Quaderns Crema.

Su catálogo es abrumador. Apabullante. Habría que vivir otra vida entera para poder leerlo todo, desde A algunos les gustan frías hasta Zipper y su padre. Solo por recuperar, traducir y editar un puñado de títulos ya querríamos a Vallcorba para siempre. Solo por Memorias de ultratumba, de Chautebriand; Los ensayos, de Montaigne y Vida de Samuel Johnson, de James Boswell, ya habría merecido la pena poner en marcha la editorial de … Seguir leyendo

Vallcorba, el editor

Agosto se llevó a Jaume Vallcorba, el editor de Acantilado. Llevaba tiempo enfermo y cuentan sus amigos que, durante el verano, se dedicó a llamarlos por teléfono para despedirse de ellos.
—Hola, soy Jaume. Llamo para despedirme.
—¿Te vas de viaje?
—No, no me voy de viaje. Me estoy muriendo.
Así se las gastaba Vallcorba, temido y venerado en el gremio, donde todos aspiran a levantar de la nada su Acantilado, sus Quaderns Crema.

UN INVENTARIO ABRUMADOR
Su catálogo es abrumador. Apabullante. Habría que vivir otra vida entera para poder leerlo todo, desde A algunos les gustan frías hasta Zipper y su padre. Solo por recuperar, traducir y editar un puñado de títulos ya querríamos a Vallcorba para siempre. Solo por Memorias de ultratumba, de Chautebriand; Los ensayos, de Montaigne y Vida de Samuel Johnson, de James Boswell, ya habría merecido la pena poner en marcha la … Seguir leyendo

Un plano secuencia infinito

Han pasado ya casi cuarenta años desde aquel 1 de noviembre de 1975 en que el cadáver de Pier Paolo Pasolini apareció junto a la playa de Ostia. Comunista, homosexual y dotado de una extraña y honda religiosidad («Dios es la realidad dialogando consigo misma», afirmaba), Pasolini fue juzgado, como Sócrates, por corrupción de menores e impiedad contra la religión oficial del Estado. Y, paradoja de las paradojas, este verano L’Osservatore Romano sentenciaba, cincuenta años después, que El Evangelio según San Mateo es «la mejor obra sobre Jesús de la historia del cine». Amén.
Regresa a escena Pasolini por la película de Abel Ferrara y por la publicación, en Errata Naturae, de la colección de ensayos Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas. El texto confirma que Pasolini no solo fue uno de los cineastas icónicos de la segunda mitad del siglo XX, sino que fue también un escritor de … Seguir leyendo