La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Cada vez que voy al Gadis y me enfrento a la temible cola de la pescadería, donde hay venerables ancianas agazapadas entre los salmonetes, a la espera de que sea tu turno para desenfundar un número previo al tuyo, me acuerdo de David Foster Wallace (DFW) y su maravilloso discurso Esto es agua.

En el arranque cuenta una historia sobre dos peces jóvenes que nadan felices e inconscientes:

-Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria: el pez mayor los saludó con la cabeza y les dijo: «Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?». Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho; por fin, uno de ellos miró al otro y le dijo: «¿Qué demonios es el agua?».

La conferencia se puede leer en la Red en su versión original, o en la cuidada traducción de Javier Calvo para Random House Mondadori, y se puede escuchar también en el audio que circula por YouTube, donde oímos al gran escritor norteamericano expresar su teoría entre las risas tímidas de los estudiantes. Esto es agua fue la lección magistral (o como se traduzca commencement speech) que DFW pronunció en el 2005 en la ceremonia de graduación de los estudiantes de Humanidades de la Universidad de Kenyon. En su discurso, trataba de explicar a los recién licenciados que el estudio de las Humanidades es necesario no solo por los conocimientos concretos que uno adquiere, sino porque te enseña una cierta forma de pensar y te concede la libertad para que sigas pensando, eligiendo y aprendiendo a lo largo de tu existencia:

-No tiene que ver en realidad con la capacidad en sí de pensar, sino más bien en la elección de en qué pensar.

La alternativa a no elegir ese sendero es más bien cruda, según el autor de La broma infinita:

-Porque si no podéis o no queréis llevar a cabo esa clase de elecciones en vuestra vida adulta, vais a estar jodidos del todo.

La auténtica libertad, nos revela DFW, la hallamos en la cola del supermercado, a última hora y con todos los clientes ansiosos por acabar con el trámite y poder largarse a casa cuanto antes. Y sirve para no convertirse en uno de esos alienígenas que van por ahí pisando cráneos para trepar en la escala social. Y para eso hay que tener la libertad de elegir ver más allá y creer en algo o alguien fuera de los diminutos límites del propio ombligo:

-Tendréis el poder real de experimentar una situación masificada, calurosa y lenta del tipo infierno consumista como algo no solo lleno de sentido, sino también sagrado, que arde con la misma fuerza que ilumina las estrellas: la compasión, el amor, la unidad última de todas las cosas.

La auténtica libertad, aprendemos con Wallace, está muy lejos de los clichés:

-El tipo realmente importante de libertad implica atención, y conciencia, y disciplina, y esfuerzo, y ser capaz de preocuparse de verdad por otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, en una infinidad de pequeñas y nada apetecibles formas, día tras día.

Es una enorme verdad. Y más necesaria que nunca. Porque cada vez hay más y más ombligos compitiendo por ser el ombligo del mundo. Y porque hay demasiados peces en esta pecera que no saben qué demonios es el agua.

Lo terrible es que todo esto lo cuenta David Foster Wallace, que en septiembre del 2008 apareció ahorcado en su casa de Claremont, California. Tal vez porque le resultaba insoportable tener tantas verdades juntas en la cabeza.