La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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«Me gustaría contar qué ocurrió en casa de mi abuela el verano en que yo tenía ocho o nueve años, pero no estoy segura de si sucedió en realidad. Necesito dar testimonio de un hecho que no sé si es cierto. Siento bullir dentro de mí eso que tal vez jamás haya tenido lugar. Ni siquiera sé cómo llamarlo. Creo que podríamos decir que fue un crimen carnal, pero la carne desapareció hace mucho y no sé qué daño puede haber quedado en los huesos».

Así arranca El encuentro, de Anne Enright (editorial Lumen, traducción de Francisco Javier Calzada), del que hoy publico en el suplemento Culturas de La Voz de Galicia esta reseña:

Quién sabe dónde se oculta el secreto de la inagotable cantera literaria de Irlanda. Tal vez en el dédalo urbano de Dublín, capital elevada a la cumbre de las ciudades literarias en el Ulises joyceano. Quizás en esa lluvia que riega de forma perpetua los suaves paisajes del occidente de la isla y las neuronas de sus escritores. O a lo mejor en la amargura de la cerveza negra, que se parece sospechosamente a la tinta que fluye por las venas de sus literatos. Quién sabe. Pero lo que es indudable es que cada cierto tiempo, rebuscando en las novedades, uno se encuentra por ahí con un autor irlandés que consigue deslumbrarle como pocos. Ocurrió hace unos años con John Banville. Y sucede ahora con Anne Enright (Dublín, 1962). Lumen publica en español su cuarta novela, El encuentro (The Gathering) con la que obtuvo en el 2007 el prestigioso premio Man Booker, que distingue al mejor libro publicado ese año en inglés por autores de los países de la Commonwealth y de Irlanda.

Es El encuentro un libro duro, que discurre sin contemplaciones desde su arranque. Ya en la página 10 la voz narradora, Veronica Hegarty, nos lo advierte: «Me quedo abajo mientras la familia respira en el piso de arriba y escribo, amortajo con frases hermosas mis limpios y blancos huesos». Veronica cuenta así la historia de su familia, de los doce hermanos Hegarty y de las dos generaciones que los precedieron. El punto de partida del relato es la muerte de su hermano Liam, un entrañable perdedor arruinado por el alcoholismo que se ha suicidado arrojándose al mar en una playa de Brighton con los bolsillos atiborrados de piedras. Veronica, al tiempo que ve cómo se desmorona su matrimonio, tendrá que ocuparse de rescatar el cadáver de Liam de las garras de la burocracia británica. El velatorio de Liam, ya en la casa familiar de Dublín, es el encuentro al que alude el título, que más que un encuentro es una despiadada colisión de recuerdos, divergencias y fracasos. Un choque que la prosa implacable de Enright convierte en pura (y dura, muy dura) vida.