La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Juan Ramón Jiménez dijo que Idea Vilariño tenía «un lento mirar verde». Certero JRJ, porque la mirada de Idea traspasa el papel y el tiempo, e incluso en el blanco y negro se atisba ese agudo mirar verde. Pero no sé yo si era un mirar lento. Yo creo que era un mirar fulgurante, duro, casi desafiante, al menos en las escasas fotos que de ella nos quedan. No hay muchas imágenes de Idea, porque a pesar de ser desde los treinta años un icono literario de Uruguay se resistía a conceder entrevistas y a salir en los papeles. Su obra, claro, se promocionaba sola, porque ella escribía desde la estratosfera y no desde esa caravana circense que montan algunos conglomerados editoriales para vender libros con portadas chillonas y títulos en relieve. Se llamaba Idea porque su padre, el poeta de origen gallego Leandro Vilariño, era anarquista y a sus cinco hijos los llamó: Alma, Azul, Idea, Poema y Numen. Curioso que la hija que le salió escritora fue Idea y no Poema. Numen, el más pequeño, es un consumado pianista.