La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Si ya lo decían ciertos inquisidores: leer demasiado puede resultar peligroso, porque te hace dudar de las escasas certidumbres que llevamos en los bolsillos de la vida. El tenista serbio Janko Tipsarevic remata la bola: la lectura compulsiva le ha llevado a plantearse los cimientos de la vida y del tenis, por eso ha reducido su dieta de letra impresa, para no tener que formularse inquietantes preguntas cada vez que sube a un avión rumbo a un torneo de élite. No hay que olvidar que Tipsarevic lleva tatuada sobre su piel la legendaria frase de Dostoievski: «La belleza salvará al mundo». Tampoco hay que olvidar que esa sentencia aparece en una novela titulada El idiota. Y es que no se puede leer tanto y salir indemne del proceso. Eso ya lo auguró Cervantes, el escritor de cabecera de Dostoievski. Y Tipsarevic, un tipo con agallas y nada pretencioso, se ha limitado a confirmarlo. Ahora sólo falta que el Ministerio de Sanidad coloque el correspondiente letrero en la portada de los libros, advirtiendo del riesgo de las letras para la salud mental del consumidor. No se descarta que el Gobierno, siempre tan atento y paternalista con sus súbditos, incluya en las solapas de estos perjudiciales objetos literarios fotos de lectores alienados por el exceso de párrafos.