La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Feliz regreso

No. Que no cunda el pánico entre los parroquianos. No voy a escribir de mi vuelta, hoy mismo, al curro, tema más propio de la página de sucesos que de este rincón. El regreso con el que titulo no es mi aterrizaje, después de unos días de respiro, en la redacción central de La Voz, así, sin paracaídas, ni airbag, ni nada. He vuelto a currar, sí, pero no voy a dar la turra al personal con el síndrome postvacacional y demás patrañas. Lo importante es otro regreso, el de dos de mis blogueros de cabecera, Nacho de la Fuente y Nacho Mirás, que han vuelto a la carretera (en el caso de Mirás, literalmente, ya que se ha echado a la espalda una caravana y ha puesto rumbo a Aquitania). Será un gustazo afrontar este verano de trabajo a la luz del fluorescente con la perspectiva de leer, … Seguir leyendo

A veces ganan los buenos

En las películas de la infancia, o sea, las bélicas y las del Oeste, siempre ganaban los buenos. Llegó un punto en que uno incluso se lo creyó. Pensaba que la vida era justa, que era buena, noble y sagrada, como reza el poema de Lorca. Luego, la historia se encargó de desmentir esa ingenua tesis. Los malos tenían muchos recursos, muchos ases escondidos en la manga. Pero a veces, por un cúmulo de coincidencias y de trabajo honesto, los buenos, contra todo pronóstico, acaban por ganar. Es lo que ha sucedido esta noche, que los buenos, esa España que juega al fútbol en color, ha ganado a esa Alemania que, como indica su uniforme, juega en blanco y negro. Y es que a veces, como en los hermosos Western de la niñez, ganan los buenos.… Seguir leyendo

Peter Pan

 

En una librería de Barcelona que no sé si todavía existe, Documenta, en la calle Cardenal Casañas, encontré hace ya doce años un ejemplar del Peter Pan de James M. Barrie traducido nada menos que por el gran poeta Leopoldo María Panero, escritor obsesionado con la leyenda del escurridizo muchacho. La cosa tiene gracia, porque se supone que es una edición para el público infantil y ya el mismo prólogo de Panero, claro, no es precisamente apto para menores. Hasta tiene unos dibujillos infantiloides para disimular.

Pues bien, el comienzo de la narración de Barrie contiene una de las frases más devastadoras de la historia de la literatura. Nos adentramos aquí en la certera versión de Panero, el último poeta cuerdo en este país que, siguiendo una larga tradición, encierra a sus grandes escritores en los manicomios y a los otros los nombra académicos:

«Todos los niños del mundo, … Seguir leyendo

La auténtica Europa unida

Ya lo dijo aquí Miguel Piñeiro, mi vecino del piso de arriba de esta escalera que forman los blogs de La Voz: lo único que de verdad une a Europa es el fútbol. O sea, durante el curso escolar, la Champions; y en verano, cada cuatro años, la Eurocopa. Por ejemplo, los políticos tardarán años, muchos muchos años, si es que al final lo hacen, en admitir en el selecto club de la Unión Europea a Turquía, un país que hoy jugará, sin mayores problemas, las semifinales de la Eurocopa. De incorporar al gigante ruso a la UE ya ni hablamos, aunque esa misma Rusia de Arshavin se la juega mañana en la otra semifinal con los chavales de Luis Aragonés (la España que también recurre al pegamento de la Liga, que une más que la Constitución y los 17 estatutos de autonomía juntos). Por cierto, a Arshavin … Seguir leyendo

Los garbanzos

Recordábamos el otro día aquí que lo que no quería bajo ningún concepto la deslumbrante Kikí de Montparnasse era volver a comer garbanzos, menú que representaba para la musa algo así como la antítesis del champán, del caviar, en fin, del glamour o como se deletree ahora la palabreja esa que tanto marean los pijos.

Un garbanzo es el caviar de los pobres, aunque se disfrace de humus, ese plato que cuando se pide uno siempre se teme que el cocinero, perdón, el restaurador, va a sacar una palada de tierra del jardín y soltarla en el plato sin más historias. Kikí, aferrada a su fabuloso París, no quería volver al pueblo, ni a comer garbanzos. No quería dejar aquel circo surrealista en el que se había convertido su vida de modelo, amante y confesora de los grandes creadores del París de entreguerras. Nada de garbanzos, vaya.

Y es que … Seguir leyendo