La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
Seleccionar página

A Coruña, diez de la mañana. Una tunda de agua de las que hacen historia se desploma sobre la plaza de Pontevedra. Apretujados bajo la marquesina municipal -o sea, mal diseñada, abierta por el techo y los laterales para que la lluvia pueda entrar a gusto-, los peatones aguardan por el bus urbano, que, como siempre, llegará tarde y atestado de peña hasta el techo. Pero hay que ser ecologista, usar el transporte público, que el petróleo se ventila a más de 125 dólares el barril, hay que ahorrar combustible, o al menos eso repiten los del coche oficial a la puerta del despacho.

Lo bueno de la espera es que a uno le sobra tiempo hasta para leer detenidamente la publicidad que adorna (es un decir) la marquesina de marras: «El tren y el almendro en flor. Que puedas disfrutar de todas y cada una de sus flores es lo que nos mueve». ¿Mande?

La infame cursilada la firman, al alimón, Renfe, el Gobierno de España y el Ministerio de Fomento. Bajo el hortera verso se puede ver una edulcorada foto, estilo Hello Kitty, de un tren de cercanías que discurre por una vía electrificada a la sombra de un almendro en flor.

Todo muy bucólico. Lástima que en A Coruña, Galicia, siglo XXI, no hayamos visto en la vida un tren de cercanías. Sólo en foto.

Y lo que tiene delito es que, encima, el almendro en flor y el trenecito se lo pasen por las narices al baqueteado usuario del bus urbano gallego, que lo más parecido que ha visto a un cercanías es el Ibertrén que guarda en el desván.