La Voz de Galicia
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Las informaciones periodísticas sobre el escándalo amoroso protagonizado por el presidente francés, François Hollande, confirman una notable evolución de la terminología de la cohabitación de personas sin vínculo matrimonial.
Valérie Trierweiler, víctima de la traición de Hollande, aparece como la «compañera oficial» del presidente, «compañera sentimental», «pareja sentimental», «primera dama de Francia»… Son expresiones respetuosas con la persona y con la elección de la pareja sobre su forma de convivencia. Es el respeto que se observa hoy, salvo excepciones, hacia cualquier pareja que emprende una vida en común sin pasar por la vicaría o por el registro civil.
Han dejado de emplearse los términos en los que el hablante percibe censura o menosprecio, o ve desfasados en el tiempo, empezando por concubinato y amancebamiento, que dan nombre a la unión en vida marital de dos personas sin estar casadas. En otras épocas, la señora Trierweiler habría sido tachada en su país de entretenue, lo que en España era una entretenida y en Galicia una mantida, la mujer a la que su amante paga los gastos. Lo suyo con monsieur le président sería arreglo, enredo, apaño, lío o arrimo. Y ella sería llamada concubina, barragana, amante, amiga, querida…; con estilo aún menos cortés, querindanga o querindonga, y en tiempos aún más pretéritos, quillotra, daifa o combleza.
Siempre con el ánimo presto a ponerse al día y a colocar a la mujer a la altura del hombre y a este al nivel de aquella, la Academia Española ha enmendado el Diccionario. Donde siempre estuvo concubina («La manceba o mujer que duerme en el mismo lecho con quien no es su legítimo marido»), ahora incorpora el masculino concubino, personaje al que designaba como concubinario: «Nicolás II […] dispone que nadie asista a la misa del clérigo concubinario» (Emilia Pardo Bazán, San Francisco de Asís. Siglo XIII). Concubino no existía para el diccionario de la Academia, aunque sí para otros, la mayoría de los cuales lo hacían equivalente a bardaje, ‘sodomita paciente’. Pero lo del concúbito ya es meterse en honduras.