La Voz de Galicia
Seleccionar página

La reactivación del asunto que tiene como personaje central a Luis Bárcenas nos ha traído a la memoria una frase que pronunció el presidente del Gobierno el 2 de febrero, en la primera fase de embates y envites del que fue tesorero del PP. «Cualquier deducción de irregularidad alguna en nuestro comportamiento a partir de los papeles apócrifos que motivan esta situación no responde a la verdad —decía Mariano Rajoy—, es total y radicalmente falsa».
Fue entonces criticado por calificar aquellos papeles de apócrifos, con la supuesta intención de decir que eran falsos, cuando los críticos entendían que, cuando se aplica a un texto, apócrifo significa que la atribución de su autoría es errónea.
No se discute que apócrifo, aplicado a una cosa distinta de una obra literaria, significa ‘fabuloso’, ‘supuesto’ o ‘fingido’. Así, Galdós escribió de monjas apócrifas; Sabato, de sentimientos y sensaciones apócrifos; Gabriel Miró, de azafrán apócrifo; Cervantes, de amores apócrifos; Ana María Matute, de frailes apócrifos; Juan Goytisolo, de sonrisas apócrifas…
Tampoco se discute que, aplicado a libros de la Biblia, apócrifo significa que están fuera del canon por no ser considerados como de inspiración divina.
A estos significados han de añadirse otros dos, que la Academia ha decidido incluir en la próxima edición del Diccionario: ‘Que se atribuye erróneamente a un autor’ y, dicho de una obra, especialmente literaria, ‘de dudosa autenticidad’. El problema surge porque en un contexto como el de la intervención de Mariano Rajoy no se sabe con qué sentido emplea el adjetivo. Pudo querer decir que los papeles que se atribuían a Bárcenas no eran obra de este, que entonces negaba su autoría, o que eran falsos, es decir, que su contenido no se correspondía con ninguna contabilidad de su partido.
La peor consecuencia de ir atribuyendo nuevos significados a una palabra es que no siempre el contexto permite saber con qué sentido se emplea. ¿Qué quiso decir el presidente? Seguramente, como afirmó dos días después, que «todo es falso… salvo alguna cosa».