La Voz de Galicia
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Un título a buen tamaño en un periódico de Madrid de los que lucen académicos en su nómina de colaboradores nos alerta de que la escritura de palabras con prefijos y elementos compositivos sigue siendo un problema para muchas personas. «Un ‘georadar’ para hallar el dinero» es el texto periodístico en cuestión.
Constantemente construimos palabras uniendo un prefijo o un elemento compositivo a un sustantivo, un adjetivo, un verbo o un adverbio (a- + moral: amoral; in- + apetente: inapetente; in- + capacitar: incapacitar; super- + rápidamente: superrápidamente). En general, los prefijos y los elementos compositivos que actúan como tales se unen a la palabra base. La sílaba tónica de esta mantiene la tonicidad en la nueva voz (ciber- + esPAcio: ciberesPAcio; anti- + GAS: antiGÁS). Obsérvese que nos referimos al acento prosódico, pues, como en el segundo ejemplo, la palabra base puede no tener acento gráfico y sí llevarlo la voz resultante de la prefijación.
En las palabras formadas por este procedimiento, el fonema /rr/ entre dos vocales debe representarse con el dígrafo rr aunque se representase con r inicial antes de la fusión de los elementos (anti- + reumático: antirreumático). Es el caso de georradar, formada con el elemento compositivo geo-, ‘tierra’, y el sustantivo radar.
También cuando el primer elemento de la composición termina en r y el segundo empieza por la misma letra el resultado es la aparición del dígrafo rr entre dos vocales (super- + ratón: superratón). Sin embargo, se da un fenómeno singular. Rr se percibe unas veces como principio de sílaba (su.pe.rra.tón) y otras se ve cada r como perteneciente a sílabas distintas (su.per.ra.tón). En ello influye la menor o mayor conciencia que el hablante tiene de estar usando dos elementos unidos. Esta se manifiesta en la forma de pronunciar esas palabras ([su.per.rre.ac.tór] o [su.pe.rre.ac.tór]) y en su división a final de línea (supe-/rreactor o super-/reactor).
¿Y qué fue del barbarismo georadar? Aparece nada menos que en medio millón de páginas web e incluso en nombres de empresas que fabrican o explotan esos aparatos. Lo de estas es como si un laboratorio veterinario anunciase que prepara vacunas antirábicas para zoros y peros.