La Voz de Galicia
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Los políticos que hacen malabarismos para evitar hablar de rescate de la banca y alguna televisión que ha prohibido el empleo de esta palabra la han colocado en el top de lo in. Y eso que ya no son los novelescos rescates de los siglos XV y XVI, de princesas de romance o de cautivos del moro, obras pías donde las hubiere, que nos recuerda Cervantes en el Quijote. Él mismo fue liberado de su cautiverio de cinco años en Argel mediante el pago de un rescate de 500 escudos. A falta de un fondo de rescate europeo, los pusieron los frailes trinitarios y algunos mercaderes cristianos.
El sustantivo rescate ha evolucionado y se ha enriquecido con nuevas acepciones. Hoy se emplea sobre todo con el sentido de ‘acción y efecto de rescatar’, donde rescatar tiene dos posibles sentidos: recobrar por precio lo que alguien nos ha arrebatado (un cuadro, una persona…) y salvar a alguien de un peligro o de una situación enojosa. Se lleva a cabo un rescate (acción de rescatar) de una persona raptada mediante el pago de un rescate (el dinero que se entrega) a unos secuestradores. Y hay otro rescate cuando un helicóptero recoge sanos y salvos a los tripulantes de un pesquero de acaba de irse a pique.
En la situación de crisis económica que vivimos, se está empleando rescate con el segundo sentido, el de salvar algo, un país o un grupo de bancos, que están en una situación de peligro, de zozobra, que se están yendo al garete.
La palabra rescate en sí misma no tiene connotaciones negativas. Las ha adquirido por el uso político que tiene en esta crisis. A los países rescatados se les acusa de ser responsables de sus propios males y se les trata como apestados. Y en España se ha utilizado como arma arrojadiza. La empleó Rajoy contra Zapatero cuando era este presidente del Gobierno, y consecuentemente, ahora que es jefe del Ejecutivo, la rehúye.
No por evitar llamar a las cosas por su nombre estas dejan de ser como son. Insistir en ello puede producir desconfianza por parecer intento de engaño o, lo que es casi peor, mover a la burla. Recuerden el título de Time de hace unos días: «Tú dices tomate, yo digo rescate».