La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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Alguien definió hace tiempo a Zapatero como un político puro, que entre ceja y ceja solo tuvo y tiene una preocupación: conquistar y conseguir el poder. Para lograr este objetivo, no importan los medios, las formas o los virajes.  Desde luego, su comportamiento en estos últimos tiempos avalan esta tesis. En apenas dos años hemos pasado por tres etapas:

  1. La negación de la crisis.
  2. La respuesta «social» basada en un fuerte gasto público y medidas imprudentes y poco razonables.
  3. El tijeretazo. Apretado por Europa y por las implacables leyes económicas,  el Gobierno se ajusta el cinturón, toma medidas impopulares (subir el IVA a partir del verano) y juega al despiste con otras draconianas (elevar la edad de jubilación o ampliar los años de cotización).

A lo largo de estas tres etapas se han producido fuertes virajes políticos y una remodelación de Gobierno, pero hay varias cosas que han seguido igual (o peor). A saber:

  1. La destrucción de empleo es atroz. Los problemas de las entidades financieras originaron la crisis, pero en España la situacións e ha complicado al mezclarse con otros problemas estructurales de la economía estatal: dependencia del ladrillo, escasa solidez del tejido empresarial, modelo productivo centrado en el ladrillo…
  2. El Gobierno se ha descapitalizado. Primero cayó Solbes. Ahora la mayoría de los ministros -salvo Blanco y Gabilondo- no pintan nada o padecen un fuerte descrédito. Otros son completamente desconocidos (¿quién sería capaz de recordar una intervención de Beatriz Corredor?). Mientras, Elena Salgado se multiplica y ejerce de (débil) escudo presidencial.
  3. El PSOE domina la situación en el Congreso gracias a una eficaz política de alianzas parlamentarias
  4. La oposición es incapaz de articular una respuesta eficaz ante la ciudadanía, apenas movilizada contra la desastrosa situación económica.
  5. Zapatero pierde el culo por figurar en la política internacional (al igual que su predecesor don pavo real José María Aznar) y ha tirado por la borda gran parte de su crédito político y de su gancho electoral.

Con estos parámetros, al presidente no le queda más remedio que agotar el mandato de la presidencia europea -de la que no vendrán glamures ni oropeles, sino reproches y situaciones complicadas- y apostar por una nueva remodelación de Gobierno. También deberá decidir que rumbo político toma. Aún puede rehabilitarse si opta por ponerse contra el viento y gobernar de forma eficaz, afronta reformas necesarias (aunque impopulares, y no estoy hablando del despido libre) y sienta las bases para un futuro próspero del país.  Puede hacerlo, ¿querrá?

De cualquier manera, que nadie lo dé por enterrado o derrotado. Las elecciones generales aún distan mucho en el tiempo. Pueden cambiar muchas cosas y, en el 2012, quizá Zapatero aún sea un buen candidato.