La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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Primero lo intentó Madrid. Y ahora vuelve Barcelona. Los políticos españoles (de cualquier signo) están enfermos de olimpismo. La ciudad condal ha anunciado su (¿extravagante?) candidatura a organizar los Juegos Olímpicos de invierno del 2022.  Competirá en la carrera con otro proyecto -más antiguo y maduro- el de Zaragoza-Pirineos.

Servirá de excusa para detraer de las arcas públicas un montón de millones de euros, como ocurrió con las fracasadas y caras aventuras de Sevilla y Madrid. Y contará con el respaldo del Gobierno, como ocurrió con las fracasadas  y caras aventuras de Sevilla y Madrid.

Si todo vale, ¿por qué no pedir unos juegos olímpicos para Galicia? Nos falta de todo. Pues vale, pero por intentarlo y gastar en el empeño unos cientos de milloncejos no pasa nada. Ya hay muchos precedentes. Tenemos mucha tradición de improvisación y chapuceo.

Si Barcelona propone hacer numerosas pruebas con frio artificial, nosotros tenemos la pista de hielo del Coliseum de A Coruña (entre otras). También podemos rescatar del olvido nuestra entrañable estación de montaña, Cabeza de Manzaneda, y dejar de echarle sal en invierno a unas cuantas carreteras (para el bobsleigh). Con estos tres mimbres y un poco de imaginación, ya tenemos el esqueleto del proyecto. ¿Hacemos el anuncio? ¿Empezamos a pedir subvenciones? ¿Organizamos una presentación? Con pinchos, por supuesto. Y en trilingüe, válgame dios.