Es sabido que la caza y los políticos no mezclan bien (recuerden a Fraga y a Cascos con el Prestige y las correrías de Bermejo por los montes). Y parece que ocurre lo mismo con los aviones militares. Sobre todo los que tienen nombre de ave rapaz (Falcon) y acaparan titulares.
De repente parece que todo el mundo (Zapatero, Rajoy… ) que alguna vez ha tenido un pedacito de poder se ha subido en uno. Y no por aburridos asuntos oficiales, sino para cosas verdaderamente necesarias e interesantes para el gobierno del país. A saber: casar a una hija, acudir a un mitin, etcétera, etcétera.
De este debate que ha secuestrado la muy española campaña de las elecciones europeas podemos sacar dos conclusiones: una, ya sabida, es que sobra demagogia en este país (y que los ciudadanos nos dejamos atrapar por ella casi siempre); dos, en política abundan las aves rapaces, pero no son mayoritarios los halcones, sino las «aguilillas» y, sobre todo, los buitres (de todos los colores y todas las ideologías).
En Transformers 1,en un laboratorio,unos soldados estaban luchando contra Decepticons pequeños,mientras que fuera,en la calle,Optimus Prime luchaba contra Bonecrusher