La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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En su campaña para volver a la Xunta el PP coqueteó abiertamente con las tesis de una organización llamada Galicia Bilingüe. Esta asociación se erigió en detractora de la política lingüística del bipartito. Según su propaganda y doctrina,  defendían la libertad para que los gallegos utilizaran cualquiera de los dos idiomas oficiales en todos los ámbitos; en realidad, se erigieron como acérrimos paladines del castellano y detractores del gallego.

Sus posiciones maximalistas los conectan directamente con el mensaje vertido por el partido centralista que dirige Rosa Díez (UPyD). Convocaron una manifestación contra el apartheid lingüístico que supuestamente propiciaban Touriño y Quintana. El PP vio por ahí una oportunidad de tocar a sus adversarios y se sumó a la manifestación. A medias.  Feijoo no acudió (estaba haciendo campaña en la emigración). Pero allí estaba Corina Porro, algún que otro diputado y 4.000 personas.

Se puede decir que Galicia Bilingüe -una organización de cuadros, no masiva, pero con fuerte repercusión mediática- ayudó a Núñez Feijoo a llegar al poder creando ruido. Y ahora no han recibido el premio que ellos creían merecido.

Sus reivindicaciones -en especial, la segregación de alumnos en función del idioma elegido- chocan de bruces con la realidad. Y con la difícil situación económica que atravesamos. Lo mismo le ocurre a muchas de las promesas del actual presidente. Además la historia es rica en ejemplos de como se aparta a un lado a los aliados que, una vez conquistado el poder, resultan incómodos. Sobre todo si son exigentes y radicales.

Valga un ejemplo, con el sistema educativo lleno de agujeros que tapar, ¿se pueden dilapidar los recursos en duplicar aulas? ¿Valdría la pena? ¿No estamos corriendo el riesgo de matar una de las claves de que Galicia tenga su propia y marcada identidad? ¿Podría permitirse Feijoo pasar a la historia como el mandatario que enterró el futuro de su idioma? Podría barruntar algunas respuestas. Otras no. Sí estoy seguro es de que este conflicto va a dar mucha guerra. Y de que el presidente -aunque se exponga a recibir fuego cruzado de ambas partes- no puede alinearse con las tesis extremas.