La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
Seleccionar página

En este país se dimite poco, muy poco. En nuestra cultura política no se considera natural renunciar a un cargo (y a sus prebendas). Ni siquiera cuando se mete la pata hasta el fondo. Tampoco cuando se hace una gestión nefasta. Y ni mucho menos cuando se desata un escándalo político (os recomiendo leer este artículo del politólogo Fernando Jiménez Sánchez)  a partir de sospechas fundadas de corrupción.

Por todo esto hay que valorar como positiva la dimisión del ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo. Le convenía al Gobierno (su talante guerrillero y su locuacidad no eran los más adecuados para realizar una tarea institucional). Le conviene a él (como diputado podrá lucir sin cortapisas su lengua acerada). Y no le conviene al PP.

A pesar de que los de Rajoy presumirán de que han cazado una pieza mayor en el coto de Zapatero (técnicamente la renuncia de un ministro se considera una crisis de Gobierno), deberían tomar nota y aplicarse el cuento.

La decisión más o menos voluntaria de Bermejo (propiciada de forma clarísima por La Moncloa para evitar males mayores)  es un ejemplo a imitar. Por políticos de todo signo y afiliación que hayan quedado con el culo al aire o que estén en entredicho. También en el partido de la gaviota. Sobre todo tras los últimos escándalos. Y algunos antiguos. Es lamentable ver a Federico Trillo pidiendo dimisiones cuando él en su momento no tuvo los redaños de asumir su responsabilidad política tras el escándalo del Yak-42.