Se veía venir. A Touriño se le notó la pasada semana que no le gustaba mucho el nuevo requisito impuesto la pasada semana por la Junta Electoral Central para el voto emigrante. Aunque el presidente de la Xunta afirmó en su día que respetaba la decisión, el PSOE ha pedido aclaraciones.
Su vicesecretario general, el lucense José Blanco, considera que la medida de exigir copia de un documento de identidad restringe el derecho a voto de los ciudadanos del exterior. El 80% carecerían de DNI; el 30%, de pasaporte. Y no tendrían tiempo para conseguir uno. Por lo que no podrían emitir su sufragio.
Este es un argumento peligroso para el PSOE. Por aquel dicho de que la mujer del César no solo debe ser honrada, sino también parecerlo. Su interés en que todo siga igual -un sistema sin garantías, en el que el ciudadano no necesita identificarse, fácil de manipular- invita a pensar mal. Hay que recordar que quien controla la Moncloa, domina el voto emigrante. Es un hecho irrefutable. Evidentemente el PP ya ha salido a la palestra con insinuaciones de «pucherazo».
Más allá del politiqueo, está claro que no puede haber ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Al igual que cualquier elector residente se identifica deben hacerlo los del exterior. Votando en urna o a través de cualquier sistema electrónico seguro. El resto de las discusiones son quimeras, zancadillas y trampas.
¿Cómo puede pensarse en exigir y ejercer el derecho a votar, si no se es lo suficientemenete responsable como para tener al día los documentos que dan fe de nuestra propia nacionalidad, española y gallega? (ver Estatuto, art. 3) Aplaudo el nuevo requisito impuesto por la Junta Electoral Central. Exigir copia del DNI o, en su defecto, del pasaporte, que acredite la identidad del votante en el extranjero, es una medida tan lógica que lo insólito es que no se pidiera antes.