La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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Llamazares ya es historia en Izquierda Unida. Su sucesor al frente de la coalición es un hombre del PCE. Se llama Cayo Lara, tiene 56 años y un largo historial político: fue alcalde de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) de 1987 a 1999; también participó en la creación del sindicato agrario COAG; desde el 2000 líder de la coalición de izquierdas en Castilla-La Mancha (no ha conseguido ser elegido diputado en el parlamento autonómico).

Los primeros pasos que ha dado tras su elección parecen acertados. Se acabó el seguidismo del PSOE y la apuesta por la izquierda etérea e indefinida que practicaba Llamazares: IU pone su punto de mira en los trabajadores, pretende aprovechar la crisis del capitalismo para proponer recetas económicas diferentes, no descarta impulsar una huelga general y pretende reconquistar su influencia en las centrales sindicales (perdida a manos de los socialistas en los útlimos años) .

Esta amalgama de propuestas puede tener efectos positivos para la maltrecha coalición. Muchos la volverán a tener en cuenta a la hora de emitir su voto. Sobre todo con la crisis económica in crescendo. Pero las expectativas hay que convertirlas en realidad. Y sobre la nueva dirección de Izquierda Unida pesan dos espadas de Damocles: la débil cohesión interna, que puede propiciar el resurgimiento del cainismo al primer revés; y el hecho de que Cayo Lara no es diputado. El único parlamentario de IU en el Congreso es el quemado Gaspar Llamazares. Si nadie le sustituye, el mensaje de cambio puede quedar diluido y no llegar a la ciudadanía.

En las elecciones europeas de junio se verá si el golpe de timón en Izquierda Unida se ha dado hacia la dirección adecuada, la de los primeros tiempos de Anguita. En caso contrario, quizá no haya tiempo para buscar un nuevo rumbo.