No hubo lunes negro para Rajoy. Tampoco fue una jornada agradable. Nadie lo apuñaló a traición, pero sí tuvo que escuchar, en directo, críticas tan demoledoras como las de Juan Costa, quién lo culpó de la «crisis de ilusión» que supuestamente vive el PP.
El castellonense Juan Costa -hombre próximo a Rato, ex ministro y redactor del programa electoral de Rajoy- está en medio de la escalera. Amaga con presentarse contra Mariano, pero no da el paso. No lo dará. Y es que ni su hermano Ricardo -número dos del PP valenciano- le votaría. El poder en el PP hoy lo tienen los barones regionales, que apoyan al actual presidente popular.
En cualquier juego de tronos hay jugadores y hay piezas. Costa es una pieza que tiene pedigrí y cierta autonomía. Puede hacer daño, pero no es la alternativa a Rajoy. Está ahí, como todo buen guerrillero, para desgastar al pontevedrés, medir sus fuerzas y, sobre todo, capitalizar en favor de una futura alternativa buena parte del descontento con la la polémica decisión de Mariano de autosucederse. Ni más ni menos.
¿Y qué pasará cuando a los barones les deje de hacer gracia Rajoy? Entones… ¿qué?
Entonces, como en los regímenes feudales, se pelearán entre ellos. De la guerra surgirá un vencedor y un partido debilitado, pero renovado. Ya habría tocado fondo y le tocaría remontar.