La Voz de Galicia
Sobre lo ambientalmente correcto, lo sostenible e insostenible y otras inquietudes acerca del estado del planeta Tierra
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Os confieso que, después de tantos meses de inactividad en mi blog, no he podido resistirme a escribir esta entrada. De lo más profundo de mi corazón ha salido el impulso para escribir estas líneas, venciendo la inercia de los meses pasados. Y es que hablar de Ordesa es tocar una de mis fibras más sensibles, es notar el impulso misterioso de mis antepasados… Me explico: hace unas décadas tuve la oportunidad de visitar con mi padre Fragen, una aldea perteneciente al municipio de Torla-Ordesa, allí me señaló uno de los caseríos -actualmente en ruinas- que se conoce como “casa Cazcarra” en la que habitaron mis familiares por vía paterna desde, por lo menos, el siglo XV.

En este año en que se celebra el primer Centenario de la declaración del Parque Nacional del Valle de Ordesa–por Real Decreto de 16 de agosto de 1918, firmado por el Rey ALFONSO XIII y el Ministro de Fomento, Francesc CAMBÓ-, no puedo menos de adherirme (aunque sólo sea en espíritu) a todas los reconocimientos y celebraciones que están teniendo –y tendrán- lugar con tan destacado motivo. Recomiendo por ello consultar el  magnífico portal de internet que ha sido publicado para tal evento. Contiene unas bellísimas fotos del Parque Nacional, de su geodiversidad, de su flora y fauna, a largo de las diferentes estaciones del año. Aragón se ha volcado para subrayar los “cien años de belleza” que Ordesa y Monte Perdido han ofrecido a toda la Humanidad.

Para quien no conozca esta joya pirenaica y maravilla de la naturaleza, le animo a consultar el número 121 de la Revista “Ambienta” -del Ministerio de Medio Ambiente (ahora de “Transición ecológica”)-, el publicado en diciembre de 2017 bajo el título: “Un siglo de Parques Nacionales”) recoge, entre otros, muy valiosos trabajos sobre Ordesa. En particular, luminoso es el firmado por Eduardo MARTÍNEZ DE PISÓN –Catedrático Emérito de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los más reconocidos expertos en los temas del paisaje- y por Eduardo VIÑUALES COBOS, fotógrafo y naturalista aragonés: “Ordesa también cumple cien años…”. Ellos describen magistralmente los asombrosos paisajes de uno de los más altos macizos rocosos calizos de toda Europa; sus cumbres, cañones, bosques, las huellas del glaciarismo cuaternario, el profundo surco labrado por el río Arazas…; su extraordinaria biodiversidad: 1.300 especies de plantas vasculares, la mitad de toda la flora presente en el Pirineo Central, el emblemático “quebrantahuesos”, la majestuosa “águila real”, el endémico “tritón de los Pirineos”… y, ¡como no recordar! el “bucardo”, una subespecie de la cabra pirenáica, tristemente extinta en 2000; y, sin olvidar, el futuro del parque –su conservación, la implantación de un cabal turismo sostenible- que pasa, según los citados autores, por una ampliación y internacionalización del parque.

En el mismo número de la Revista “Ambienta” no podía falta la contribución de los uno de los pioneros del Derecho Ambiental en España, mi buen amigo el Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Zaragoza, Fernando LÓPEZ RAMÓN. En su aportación sobre “la trayectoria administrativa del Parque Nacional de Ordesa” se nos da buena cuenta de la historia jurídica de Ordesa, desde de su declaración como el segundo Parque Nacional de España el 16 de agosto de 1918, pocos días después de la declaración del “Parque Nacional de la Montaña de Covadonga”, actualmente denominado “Picos de Europa”. Frente a la búsqueda de la identidad nacional que caracterizó a los parques nacionales de los Estados Unidos (figura de protección ambiental en la que se inspiraron los primeros parques españoles) sino la “fascinación ejercida por el abrupto pirenáico… y la identificación de sublimes bellezas para que los territorios afectados puedan experimentar los beneficios del desarrollo turístico”. En el artículo se trazan los hitos jurídicos de Ordesa, con sus luces y sombras, desde el retroceso en sus gestión forestal de los años 40 del siglo XX, sobre su oportuna ampliación en 1982 (incluida la lucha ciudadana contra la construcción de la presa del Bellós), su transferencia a la competencia de la Comunidad Autónoma de Aragón en 2006, la aprobación de su “Plan Rector” en 2015… El maestro ius-ambientalista podría hablarnos, con la misma autoridad, de tantas figuras de protección como ha merecido nuestro querido Parque: “Reserva de la Biosfera” (1977), “Zona de Especial Protección de las Aves” (1988), bien integrante del “Patrimonio de la Humanidad” (2007), etcétera.

Volviendo al comienzo, contemplar Ordesa con los registros de mis vivencias pirenaicas es rememorar tantos momentos felices de mi infancia y de mi juventud, cruzando el “Puente de los Navarros» para abordar las “clavijas de Bujaruelo”, la majestuosa estampa del “Tozal del Mallo”, las comidas y meriendas en la “pradera de Ordesa”, el frondoso bosque de hayas antes subir a las “gradas del Soaso”, la magia de la “Cascada de la Cola de caballo”, el solaz en el refugio de Góriz… En palabras del genial premio Nobel de Medicina, el insigne aragonés Santiago RAMÓN y CAJAL –quien encontró en la naturaleza y en las montañas la fuerza de su inspiración- “¿Acaso cielos y montañas, árboles y flores no se criaron para ser admirados y conocidos? En la soledad de la sierra ellos parecían mirarme como quien desea ser interrogado y yo los interrogué, logrando, a fuerza de paciencia, entender un poco el  lenguaje de sus gestos y entrever algunas páginas de su vieja y maravillosa historia” (de su obra “Cuentos de vacaciones (narraciones pseudocientíficas)”, Zaragoza, 1906).