La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Leo una entrevista con un artista español cuyo momento de mayor popularidad fueron finales de los ochenta y principios de los noventa. En ella dice el hombre que sigue tocando aquellas canciones en directo, porque disfruta con ello y gracias a que tiene un pequeño público fiel que lo respalda. En los comentarios un lector dice que hay que saber retirarse a tiempo, que es mejor hacerlo que terminar “dando pena” y le insta a ello. Así, sin más. Me pregunto en cuántas otras profesiones ocurre algo parecido. Ojo, no hablamos de juzgar el trabajo ajeno, de decir que lo hace bien, mal o regular. Hablamos de espetarle a un profesional que se retire mucho antes de que llegue su edad de jubilación. De lo contrario dará «pena”.

Hace poco en un hilo de Facebook un amigo periodista musical se cuestionaba que hubiera artistas británicos de los 90 que volvieran a los escenarios. Se les criticaba que lo hicieran por “la pasta”. Se decía que no tenían nada que ofrecer. Y se deseaba que no volviesen porque ya se las había pasado su momento. En el debate entró un músico. Con sorna, preguntaba si alguien ponía en tela de juicio que los periodistas musicales trabajasen por dinero o que siguieran escribiendo a partir de una determinada edad. En ese caso, pedía el límite de años a partir del cual un artista podía tocar o no tocar. La verdad es que en la falta de sonido de las conversaciones digitales se hizo un tremendo silencio. Realmente lo que decía aquel músico era tan de sentido común que todo el mundo tuvo que contar hasta cinco antes de poder hablar.

Uno seguramente ha caído en posturas como las anteriormente citadas. Forman parte de la particular psicología de la música popular. Se supone que hay que empezar a decirlas cuanto en la adolescencia se empieza a tener criterio (o al menos cuando se empezaba a creer que se tenía). Es algo así como quejarse de la acústica de las salas, las producciones de los años ochenta o sentenciar que en sonido de vinilo es mejor que el digital. Jubilar a músicos forma parte del catálogo. Lo hace de tal manera que nos lleva a una pregunta: ¿Será quizá que esto de la música en realidad no es una profesión para la mayoría de la gente? ¿Será que todo el mundo ha asumido que los artistas están forrados y pueden interrumpir su trabajo a los 40 años para no seguir “dando pena”? ¿Será que eso de la farándula en realidad se percibe como una coña y no un oficio? Quién sabe. Pero desde luego conozco pocas en las que se “retire” de esa manera. Más allá del deporte (y aquí por evidentes limitaciones físicas),… pues no, no me salen.

Y eso, amigos míos, a poco que lo piensen es una verdadera pena. Especialmente para los que aman la música.