La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Es una sensación muy agradable esa de ir a un concierto con tibias expectativas y terminar totalmente encantado. Ayer me ocurrió eso con Belle & Sebastian en Riazor, dentro de su concierto del Noroeste. Cuando tocaron hace unos cuatro años en Santiago me quedó un regusto agridulce. El mismo que te queda tras reunirse excitado con los viejos amigos de la universidad y comprobar, a los pocos minutos, que toda aquella chispa anhelada se había perdido para siempre.

A Riazor, sin embargo, acudí con la clara consciencia de que aquello ya no es lo que era ni de lejos. Que el grupo era un poco aburrido para un gran festival. Y que, bueno, en esa condición de dinosaurio indie apenas podían agradar apelando a lo viejo desde un espíritu muy diferente. Y, vete tú a saber si precisamente fue por reunirme con viejos amigos (esta vez con la consciencia clara de que no, aquellos tiempos ya han pasado…y en muchos casos mejor) para verlos. O quizá que el oleaje que acariciaba la playa, sumado a las buenas vibraciones de este Noroeste me predispuso a ello. Pero lo cierto es que los Belle and Sebastian de anoche me gustaron un montón.

Me gustaron en sus rescates del pasado glorioso de los noventa (“oooohhh, get me away from here i’m dyiiiiiiiiing”). Me gustaron cuando picotearon por lo mejor de sus singles posteriores (“I’m Cucko”, “Another Sunny Day”…). Y me gustaron con las piezas de la última etapa. Además del repertorio, el contagioso buen rollo del grupo, con un Stuart Murdoch saltarín irradiando simpatía, hacía que te sumases a la fiesta irremediablemente. Quizá, por ponerle pegas, hubiera sido estupendo contar con un poco más de tiempo. También quedaron fuera muchas míticas. Pero puede que a lo mejor esa manera de no caer a los previsible (o al menos lo que preveía yo) ayudase al resultado final.

Por mi parte, la de una persona que los tuvo como favorito absoluto en aquello que llamamos posadolescecia, tengo que confesar que pensé que a lo mejor no hice muy bien del todo obviándolos durante todos estos últimos años. Un cambio de sensaciones de lo más placentero. En esto del pop nunca se termina de sentir las cosas del todo.