La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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La historia la conoce todo el mundo. Silvia Rábade y Carlos Tajes, dos enamorados del folk-rock se echaron a la calle en A Coruña a tocar sus canciones. Lo que podía ser algo puntual terminó siendo un modo de vida, alternando con los discos, los conciertos en recintos cerrados y los viajes por media Europa. Ahora han cambiado su sonido. Lo han plasmado en Hope, su tercer elep. Lo presentan en Los conciertos de Retroalimentación (PLaya Club, viernes 24 de marzo, 22.30 horas, 10/13 euros) con un concierto que abre una gira nacional. Antes los hemos entrevistado

-¿Cómo llega la electricidad a Escuchando Elefantes?
-Carlos Tajes: En el sitio en el que grabamos tenemos como dos habitaciones: una es la sala de control y la otra la de grabar baterías, o lo que sea. El batería que teníamos en ese momento se dejaba la batería montada en la casa. Y yo iba y tocaba. “Oye, esto mola un huevo, Silvia tienes que probarlo”.
-Silvia Rábade: Y empecé a tocarla yo también y me metí en el hoyo.
-C: Los dos empezamos, pero a Silvia le pilló de tal manera que a las dos semanas ya la estaba tocando en el bolo en directo. En ese punto se volvió todo más eléctrico. Nos cogió todo en medio de la grabación del disco, no el principio. Por eso el disco tiene esa mezcla acústica y eléctrica.
-S: Al principio no lo buscábamos, pero como luego vimos que tirábamos hacia eso pensamos: “Vamos a aprovecharlo”. Estamos muy contentos de la mezcla

-¿Es la transformación más importante de vuestra carrera? Habéis pasado de ser un grupo de folk-rock a otra cosa.
-S: Sí, el cambio es muy grande. Nosotros lo notamos muchísimo, pero la gente fuera, o no lo nota mucho o no lo manifiesta mucho. Parece como si la gente daba por hecho que íbamos a ir por ahí. Vamos, que les ha cuadrado bien [risas].
-C: La primera vez que fuimos a la calle así era un poco reto. ¿Cómo vamos a hacer para tocar en la calle de esta manera? Pero desde el primer día todo funcionó igual de bien. Nadie dijo nada. Da mucho más curro.
-S: La gente lo ha visto natural, pero para nosotros fue muy fuerte. Yo pensaba: “Llevo un mes tocando la batería y no tengo ni idea” [risas]. La gente, sin embargo, me decía: “Oye, que muy bien”. Y yo, pues bueno…
-C: Después de haber tenido, yo qué se, cinco baterías, violines y todo hemos vuelto a ser nosotros dos. En el escenario, solos igual que al principio, pero con mucha caña.

-¿Ya os han dicho lo de los White Stripes, verdad?
-C: Sí, he echado un vistazo a todos los grupos que son una batería y una guitarra y ese es uno de ellos, claro.

-Es una fórmula muy actual.
-S: Sí, no sé incluso si ya no estará un poco pasado. Nosotros a los Black Keys, por ejemplo, no los conocíamos y tiene gracia porque los conocimos después de hacer el cambio.
-C: Ya, pero el batería no canta, no vale. No encontré a dos cantando y tocando.
-S: A nosotros nos gusta mucho, independientemente de que yo sea más la batería y él el guitarra, es cambiar. De repente, estamos tocando y “Venga, cambio”.

-¿Os lo pasáis mucho mejor ahora?
-S: Aún mejor.
-C: Los ensayos ya son de coña. Ensayamos muchísimo porque ahora, al estar solos, todo es más fácil.
-S: Yo es que me senté en la batería y es como si se encendiera una luz. Antes había tocado la guitarra, los teclados o el ukele, pero no estaba cómoda del todo como para decir: “Buah, quiero tocar esto”. Pero en cuanto me senté en la batería y empecé a zurrarle, mi sensación fue: “Esto es lo mío, ¿cómo no me había dado cuenta antes’. Ahí pensé que podía haber un pequeño cambio, que luego fue muy grande.

-Os centráis mucho en la batería, pero las guitarras han cambiado muchísimo también. ¿No creéis?
-C: Sí, le di muchas vueltas para hacer sonar el grupo a banda pero con una guitarra. Llevo un sistema complicado. Hay varios amplis y al pobre técnico de cada concierto le tengo que hacer un croquis. Hubo una temporada que estaba soldando movidas todo el día, conectando cosas. Pero llegó el punto de encontrar lo que buscaba

-¿Como oyentes habéis cambiado? Estas mutaciones suelen llegar después de escuchar nuevos sonidos.
-S: Sí, suele pasar que cuando la gente da un cambio es porque algo le influye, pero en esta ocasión creo que fue el revés: como estábamos tan metidos en la grabación y queríamos que sonase lo mejor posible, empezamos a probar otro tipo de historias. Un tema como The Fight era totalmente diferente. Era acústico, con voz dulce y muy balada. Llegó un momento en el que dije: “Me gusta mucho este tema, pero no como ha quedado”. Estábamos haciéndole ya arreglos de violín, pero yo no quería violines, quería electricidad y fuerza. Nos estamos y en dos minutos lo redirigiros.

-Da la sensación de que habéis ido al mínimo y a dejar aire en las canciones.
-S: Sí, lo estás describiendo mucho mejor de lo que se me había ocurrido a mí [risas]. No buscamos la perfección, sino la potencia y el comunicar algo. Es un poco lo que hicimos con Show and Tell, el primer disco. Con una guitarra y dos voces trasmitir lo máximo posible. Pues ahora, lo mismo solo que con una batería y una guitarra eléctrica.

-Una de vuestras características es el punto épico, de “darlo todo”. ¿Lo buscan?
-C: Sí, es que a nosotros nos gusta mucho el rollo épico. Por eso el disco se llama Hope, porque queremos darle el toque de esperanza que necesita la vida. En estos momentos o le damos esperanza o se para todo.

-¿Habéis cambiado como músicos? ¿Estas en una especie de renacimiento?
-S: Sí, un poco sí.
-C: Es que este es otro grupo. Nos podíamos haber cambiando perfectamente el nombre. A la vez está un poco del principio.
-S: Somos los mismos, pero con diez años de experiencia.
-C: Vamos un poco más al grano, creo. Es que la industria musical es un desastre. Ya lo sabemos, venimos muy rayados de ello y estamos hartos. Pero, bueno, hay que saber jugar ahí. Estamos más crecidos en ese sentido. Vamos a lo loco. De hecho, después de este primer concierto en A Coruña, tocamos en Granada al día siguiente y vamos en furgoneta. Que no da tiempo, pero va a dar tiempo. No vamos a tener fiesta post concierto en A Coruña.

-Hubo un tema en castellano entre el anterior disco y este. Algunos pensamos en que el nuevo trabajo iba a tirar por ahí. ¿No cuajó la experiencia?
-C: Antes incluso de grabar el primer disco teníamos algunas canciones en castellano. Ni siquiera nos llamamos Escuchando Elefantes entonces.
-S: Sí, la culpa de que compongamos en inglés es mía. Si alguien quiere echarnos la culpa que se dirija a mí [risas].
-C: Hace dos fines de año estábamos en Dublin, que solemos ir a tocar en la calle. Estábamos con una amiga de Barcelona y nos preguntó si teníamos algún tema en castellano. Le toqué uno y nos dijo: “Esta bien, ¿por qué no la grabas?”. Y lo hicimos. Pero era una canción que tenía diez años.
-S: Puede que hagamos alguna más dentro de poco. O en francés o en lo que salga.
-C: No me disgusta como método, seguir con nuestro rollo y de vez en cuando saco un single en castellano.

-¿No complica mucho la electricidad el tocar en la calle?
-C: Ya lo hemos hecho. Hemos buscado la fórmula.
-S: Es un poco más engorroso. Antes era más cómodo, pero yo me lo paso mucho mejor llevando la batería.
-C: Ahora, si nos tenemos que mover del sitio en el que estamos, nos tenemos que ir. No es como antes, que ibas y ya está. Hemos hecho un pequeño set específico para eso
-S: Cuando empezamos a cambiar el sonido pensábamos que era algo guay, pero inmediatamente pensamos en cómo podíamos hacer para no abandonar a nuestro público de a calle.

-¿Cuando escribís las canciones pensáis en si se van a tocar en la calle?
-S: No, las composiciones no, porque eso siempre se puede adaptar. Pero si haces una cambio un poco trascendental en la banda sí que te lo planteas.

-Antes parece que tendían a la melodía perfecta y el arreglo preciso. Ahora parece todo más a medio hacer. Lo lógico es que estos temas crezcan en directo.
-C:Tenemos curiosidad. Hasta el del Playa Club no hemos hecho muchos conciertos en este formato seriamente. Vamos a ver todos lo que pasa en tiempo real. Yo creo que la gente va a botar un poco más, la gente bailará algo más.
-S: Eso ya pasaba. En los conciertos ya nos decían que teníamos una caña tremenda y que íbamos a tope. Esto es una evolución a ir un poco más a tope.

-Decís que estáis decepcionados de la industria. Seguís solos, libres como el viento

-S: Sí, totalmente independientes. No hemos visto nada que supiera hacer mejor las cosas de las que las hacemos nosotros. Si apareciese esa opción sería genial, porque le dedicas un montón de tiempo a cosas que no son hacer música, que es los que debería ser lo principal.
-C: Trabajamos con gente concreta para que haga un trabajo. Al final, hacemos todos un poco de todo.

-Sois un ejemplo de autosuficiencia. ¿Se le dedica más tiempo a lo otro que a ensayar?
-S: Sí, yo le dedico mucho más tiempo. Yo estoy deseando ensayar porque es lo que realmente me gusta. A mí el rollo management me tocó un poco de rebote y me he tenido que acostumbrar. Soy un poco desastre, pero es normal. Porque yo soy músico, no manager.

-¿Ahora que llega el disco con ese titulo «Hope», cuál es el mensaje?
-S:Tirar para adelante, darle un toque de esperanza y verlo de otro modo. A veces la gente se encierra y buscamos todo lo contrario: que de la oscuridad pueda salir una luz. Lo vemos como grupo, pero también en general.

-Desde fuera vuestra vida parece muy emocionante: un día en Irlanda con Bono, otro en el Pais Vasco, otro saliendo en el periódico tocando en la calle.
-S. Eso desde fuera. Desde dentro se ve de otra manera
-C: Hay mucho trabajo, muchas horas de furgoneta y, bueno, cuando estamos ahí queremos pasarlo lo más posible. Intentamos salir fuera lo más posible porque entendemos que la música se tiene que mover. Este año saldremos de nuevo.
-S: En las fotos siempre se ve lo bonito, no los dos meses de trabajo previo.