La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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MARÍA RODÉS
MAC, A Coruña
12 – 3- 2016

María Rodés tiene ángel. Incluso en un concierto como el de ayer, en el que tras la actuación lamentaba los problemas de sonido en el tramo inicial y un inoportuno ataque de tos que sufrió justo al final, dejó a la gente embobada. Sí, totalmente em-bo-ba-da. Su música -frágil y casi susurrante muy al modo indie, pero llena de luz y vibraciones positivas que rara vez se ven en los territorios de la languidez intimista- posee el poder de ablandar al espectador, conquistarlo al instante y tenerlo en la palma de la mano. En la mayoría de los casos algo así -bolo acústico, popurrí regado de versiones, bromas entre tema y tema- derivaría en tedio y dispersión. Pero en el suyo resultó una delicia que nadie quiso que se terminase nunca. Porque, en efecto, ella tiene ángel. Y conquista con él.

Se plantó la cantautora catalana en el ciclo Vello, raro, novo de la productora Sinsal en formato de dúo acústico. La acompañaba la fenomenal guitarrista Isabel Laudenbach. Siempre oportuna, le otorgó unas veces caricias de flamenco y carácter a su sonido. Otras, pinceladas de tensión experimental que multiplicaban el espectro de unas canciones que fueron (mucho) más allá del habitual formato acústico que solo resta sin sumar. Luego estaba ella, claro, jugando con la voz a doble micro. Uno, limpio, narrativo y puro. Otro, de efecto ensoñador y onírico. El tránsito del uno al otro se saldó con palpitaciones, ojos cerrados y muecas de placer. Ummmm!!!

Con ese planteamiento y sin disco reciente, María jugó al grandes éxitos. Pero no tanto de su discografía como de su carrera. Picoteo el delicioso Sueño triángular o María canta copla, otorgando una nueva vida a los temas allí depositados que nada tiene que ver con el habitual extra de vigor o «fuerza», sino «otra cosa» difícil de explicar. Pero también rescató varias de las piezas del homenaje a Cecilia con el que se presentó en el festival Voces Femeninas. Con Equilibrista, por ejemplo, rompió cualquier idea preconncebida sobre la cantautoria indie. También rindió tributo a Joan Palomares y a Franco Battiato y presentó canciones nuevas de un proyecto muy particular.

Lo contó. En las próximas semanas la artista ofrecerá un concierto en Madrid homenaje a un tío abuelo suyo astrónomo, dentro de un ciclo que relaciona la astronomía y la música, así como la idea de espiritualidad de los artistas. Al parecer, el antepasado de la cantante descubrió en su momento un cráter en la luna. También se encerró en su observatorio en plena Guerra Civil para proteger su material. De ambas peripecias, Rodés canto canciones que rezuman ya un claro deje de la canción española tradicional. Semeja que sus paseos por el cuplé, los tangos o la copa penetrasen bajo su piel creadora.

Igual que ocurre con Los Planetas actuales, la suya resulta una asimilación perfecta y estimulante. Cuando en el tramo final de su actuación, interpretó Miedo, Tres puñales o Pena, penita, pena -requeteconocidas, requetemanoseadas, requeteemblemáticas- alguno vio un círculo cerrado. El presente del pop nacional abrazándose a la tradición, en plena armonía y más allá del experimento de laboratorio. Respaldado con la sonrisa boba que dejan las personas especiales a las que les han tocado con una varita, para que todo lo que hagan irradie magia. María lo logra. Lo logró ayer. Y seguro que lo logrará en el nuevo disco previsto para este año (septiembre, seguramente). Porque ella tiene ángel.

Foto: María Meseguer