La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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LOS PLANETAS ENTRADA

Esta noche Los Planetas escribirán una nueva página en el libro de los conciertos de A Coruña. Será la sexta vez que toquen en una ciudad que los vio por primera vez a principios de 1995 en un concierto al que acudieron poco más de un centenar de personas. Ocurrió en la sala Playa Club dentro de la gira de presentación de Súper 8 (1994). Entonces eran una banda emergente que subía gracias al impulso del sencillo Qué puedo hacer y su fichaje en RCA. Por aquel entonces empezaba a hacerse un hueco en las radio fórmulas mostrándose como los estandartes del nuevo pop que se estaba haciendo en España. Fue la actuación de un grupo exultante, irradiando juventud y un punto de rareza concretizado en la fuga de su bajista May: de espaldas al público. Tocaron todo su disco, alguna versión de Blondie y, por supuesto, los temas de su epé Medusa. El concierto fue tan sensacional que, al término, se podía ver a la banda estallando de felicidad.

No volverían hasta 1996, dentro de la gira de Pop (1996), con nueva formación tras la sustitución de Paco Rodríguez por Raul Santos a la baterías. También en el Playa Club, pero mostrando un perfil radicalmente diferente. Fracasaron estrepitosamente, mostrando la peor parte de su débil directo. Los vigueses Rebelde Rojito, sus teloneros, fueron claramente superiores y entre los fans de Los Planetas la decepción fue mayúscula. Nada sonaba bien. Todo iba descompasado. Y el grupo que había estado probando sonido con Jesus & Mary Chain pareció ese día como un globo pinchado que pierde todo su aire. Los escépticos sentenciaron: es un bluff. Los fans ya no sabían que pensar.

Para curarla hubo que esperar hasta 1999, cuando, convertidos ya en el gran grupo del indie nacional, abarrotaron el Playa firmando una actuación memorable. Ya se sabía que en la gira de Una semana en el motor de un autobús (1997) Los Planetas se habían convertido en un grupo tan sólido como emocionante. Con Eric Jiméndez a la batería armando el esqueleto y Kieran Stephen al bajo, Florent y J comandaban la nave con soltura. Entonces sus temas ya eran himnos y aquel día, cuando Segundo Premio se fundió con De Viaje las 500 o 600 personas que se apretujaban en la sala levitaron. Al final, el grupo se despidió con una ruidosísima La Copa de Europa que dejó a la gente con los oídos pitando durante días.

Retornaría en el 2000 con Unidad de desplazamiento (2000), también al Playa Club. Meses antes había estado el batería Eric Jiménez en el Patachim en una fiesta de presentación del disco. En directo el grupo no alcanzó los niveles de intensidad de su anterior visita. El nuevo repertorio, más relajado y expansivo, se tocó con corrección. El público se desgañitó con los celebérrimos «cuatro millones de rayas», pero faltó la emoción emoción arrebatadora de 1999.

Con el siguiente, Encuentros con entidades (2002), tenían una doble fecha reservada en el Playa. Eso daba una idea de lo que ya eran Los Planetas entonces: un grupo que trascendía totalmente al indie. Días antes cancelaron su visita. ¿El motivo? El desastre del Prestige. El grupo, a través de un comunicado, exponía que no creía que fuese el mejor momento para actuar en Galicia, posponiendo la fecha para los meses siguiente. Nunca se llegaría a hacer.

El grupo tardaría más de diez años en subirse a un escenario en A Coruña. Lo hizo en plena convulsión en el área de Fiestas del Ayuntamiento. Ocurrió en el 2010. El Ayuntamiento había decidido suspender el festival Noroeste Pop Rock por falta de presupuesto. Debido a ello, el mismo grupo que se había manifestado el año anterior por la inclusión de Raphael y El Consorcio en el evento, formó la plataforma Salvemos O Noroeste. Al frente se encontraba el hoy concejal de movilidad de la Marea Daniel Diaz Grandío. Entre la presión de esta plataforma y los hosteleros de la zona el alcalde rectificó y recuperó el evento, con un coste más reducido y evitando artistas internacionales.

Ahí es donde entraron Los Planetas, que dieron un formidable concierto que, sin embargo, dividió al público. Con la psicodelia flamenca y ruidosa de sus últimos tiempos empalmada con parte de su repertorio antiguo más relajado, crearon todo un estado de ánimo -expansivo, envolvente y un poco viscoso- que decepcionó a los que iban a por el greatest hits. Nada que no le haya venido pasando al grupo desde La leyenda del espacio y que, a estas alturas, debería estar ya superado. Su dirección es definitiva. Lo demostraron el año pasado en un formidable concierto en Santiago. Hoy seguro que ocurrirá lo mismo en A Coruña.