La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Somos gente curiosa los españoles. Viajamos y nos parece guay lo de las bicis en Ámsterdam, las escasas pintadas que hay ahora en Nueva York o lo de irse de pintas en Londres a las cinco de la tarde. Pero luego, nada de eso nos resulta normal aquí. Los ciclistas se juegan el tipo a diario en nuestras calles, el alcalde que combata las pintadas a la americana se le calificaría de fascista para arriba y, bueno, lo de quedar a las cinco en el pub como que no. Ni el local estaría abierto, ni los colegas con muchas ganas de ir.

Tampoco hemos importado costumbres internacionales respecto a conciertos. Se pudo comprobar el pasado domingo en A Coruña. En la sala Le Club sucedió algo extraño, todo un fenómeno paranormal en este campo: Dorian pusieron su concierto las 19 horas y empezaron en el europeísimo horario de las 19.30. Se trataba de su segundo pase en la ciudad, motivado por la necesidad de trasladar el recital que inicialmente se iba a realizar en el Playa Club, anegado por los temporales, a una sala más pequeña.

En la mayoría de los países europeos se trataría de algo normal: concierto, cena ya en casa y a dormir, que mañana es otro día, máxime un domingo. Aquí no. En este mundo del pop se presupone que todo el mundo libra al día siguiente. Así, tanto da que sea martes como sábado, te clavan un bolo a las diez y media. U once. O, a veces, incluso doce. No importa. En realidad, no empezará hasta mucho después de lo fijado. Baile, gritos, cervezas y final sobre la una de la mañana. Llegas a casa. La familia durmiendo. Tus oídos pitando. La garganta rota. La cabeza como un bombo. Y el cuerpo sudoroso. Por la mañana, destrozado, lo dices: «No vuelvo más a un concierto así».

Sin embargo, los hechos son los hechos. Los catalanes reventaron Le Club el sábado, con horario español. De hecho, las entradas se habían agotado con un par de semanas de antelación. El domingo apenas consiguieron ser secundados por cien personas. La gente, que tuvo opción, parece haberse pronunciado con rotundidad. Mientras esto siga así, las salas de conciertos comerciales seguirán apostándolo todo a la noche. Para desgracia de muchos a los que nos gusta el pop pero, además, tenemos trabajo, familia y una vida más allá de la música, que no podemos sacrificar cada día. ¿Cambiará esto algún día? Todo depende del público, que es el que manda.