La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Xoel López
Palacio de la Ópera, A Coruña
1-2-2014

El sábado se vieron dos artistas en el Palacio de la Ópera de A Coruña. Uno, el Xoel Deluxe, que trenza canciones a veces demasiado evidentes en el molde y que rara vez pasan de la corrección. El otro, Xoel López, creador en estado de gracia que con Atlántico (2012) ha marcado un hito dentro del pop nacional. Entre ambos media un abismo: el que va de escuchar la bola de épica de Réquiem (no fui yo), sin poder dejar de pensar en que eso ya lo han hecho antes (y mucho mejor) Arcade Fire, a toparse con La boca del volcán y sentir la belleza genuina en forma de canción ante tus ojos.

Ese es el dilema actual del músico coruñés. O -precisemos- más bien de algunos de sus seguidores, como el arriba firmante. Porque él ya se apresuró a resolverlo sobre las tablas. Antes de interpretar Pájaros negros, subiendo la electricidad al máximo, dejó claro que Deluxe iba a estar siempre ahí. Previamente, se había paseado con mucha más delicadeza por su nuevo repertorio: emocionando con un Buenos Aires que mejora al disco, enredando con un Hombre de ninguna parte, que suspiraba por algo más de nitidez, y arrancando gestos de satisfacción con la preciosa Por el viejo barrio. Las luces, magníficas y a destacar, de daban el envoltorio perfecto. Lola García, la multistrumentista y mujer de Xoel, una actitud hedonista que contagió al público.

Ahí se encuentran los pasos actuales de un autor imprescindible y, en muchos casos, a descubrir más allá de ideas preconcebidas. El otro Xoel luce buenos momentos como Reconstrucción (lo mejor de los rescates de Deluxe, sin duda) pero, en general, palidece frente a su deslumbrante presente. Y también su futuro. Las dos piezas nuevas presentaas -la locura experimental con deje afro de A serea e o mariñeiro con guiños ¡a Chimo Bayo! y San Juan, deliciosa letra inspirada en la gran fiesta coruñesa con madera de himno- auguran un próximo disco grande, muy grande. Ojo, que lo de Atlántico no ha sido un acierto aislado.

De todos modos, cabe reprochar al artista algún enfoque sonoro. No, por supuesto, el toque de drama de un Joven poeta crecida en el escenario, en una suerte de Tindersticks a la argentina. Pero sí, quizás, el traje que lució Tierra. Que su mejor canción ve evaporada su magia enredadora en favor de un tono pseubailable le hace un flaco favor. Tampoco convenció la interpretación atropellada de esa joyita titulada Desafinado amor, renqueante en vivo. Se compensó, al final, con El asaltante de estaciones, maravilloso tour psicodélico con guitarras ácidas y órganos que no hacen más que delatar el pasado mod de Xoel.

En el bis, De piedra y arena mojada se encargó de recordar en medio de la euforia que, a veces, a los auditorios les sobran las butacas. Todo el mundo en pie y fiesta total en el Palacio de la Ópera. Habrá ocasión de resarcirse: el próximo 21 de marzo, de pie, en la sala Capitol de Santiago. Y con una de esas cervezas que lo patrocinan en la mano, a poder ser.

Foto: Marcos Míguez