La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
Seleccionar página

En los últimos años el germen de la política ha entrado en contacto con el indie gallego. Respondiendo a una tendencia cada más más habitual a nivel nacional, nombres veteranos de la causa como Triángulo de Amor Bizarro o Apenino muestran en sus últimos trabajos una particular visión del clima social actual. En paralelo, se crean células como Disco Las Palmeras! o Das Kapital, fuertemente politizadas desde su nacimiento. Echamos un vistazo al estado de las cosas hablando con sus protagonistas.

La política nunca importó mucho en el indie gallego. En la década pasada ese ambiente, generalmente integrado por los hijos de la clase media con acceso a la universidad, tenía otros problemas sobre los que cantar. A saber: el trauma post-adolescente de la inmadurez crónica, las eternas heridas del corazón, la ironía outsider del que no encaja en el mundo, las experiencias narcóticas en todas sus variantes, las bromas privadas… y también, por supuesto, los ejercicios meramente estéticos sin más contenido que el de emular a ídolos. Ahí se encuentran la mayoría de sus hilos argumentales.

Normal, eran las cosas que afectaban. En general, a aquella generación que había crecido con la amenaza del mileurismo más que con la del paro no le iban las cosas tan mal como para exigir el cuchillo. Hoy se percibe de manera aún más clara, cuando lo malo de entonces empieza a tomar forma de raro privilegio. No hace mucho la cita anual con el Primavera Sound se ponía sobre la mesa como algo irrenunciable. Los viajes iniciáticos a Berlín y Londres, concebidos casi como un derecho fundamental a golpe de línea low-cost subvencionada, también. Y, en muchas ocasiones, el colchón paterno – bien acogiendo, bien subvencionando independencias- resultaba lo suficientemente cómodo para recrearse en esa juventud estirada ad infinitum. En las canciones de Los Suaves la gente las podía pasar putas, vale. Sin embargo en el reino de Arcade Fire y Franz Ferdinand la verdad es que no importaba mucho. Hablar de ello era, ya se sabe, panfletario. La política aquí se veía como algo íntimo. Tanto que rara vez traspasaba el verso. Y, si lo hacía, apenas llegaba a una chapa de Nunca Mais o un No a la Guerra.

Dejando al margen los supuestos posicionamientos por omisión (esa resbaladiza postura que sitúa en la derecha a aquellos que no tocan ciertos temas), cuesta encontrar rastros de discos explícitamente políticos a diez años vista en el indie gallego. En la primera mitad de la década, lo más parecido a ello se detecta en momentos aislados de Los jóvenes mueren antes de tiempo de DELUXE. Corría 2005 y Xoel López desgranaba allí letras como «Las noticias siempre dicen lo mismo, cientos de mentiras cruzan nuestro organismo» o «¿Qué le voy a hacer si quiero a mi mujer y no quiero ir a la guerra». Parecían fijarse en la foto de las Azores, las peripecias de Alfredo Urdaci en TVE y el clima cultural pro-ZP de rechazo a la intervención de tropas españolas en Irak. Años después, en el 2009, se editó Chorando apréndese del ex Apeiron EMILO JOSÉ. Un cuadro de pop de recorta y pega en el que el ourensano cantaba sobre la marginación de los núcleos rurales en clave irónica y sentimental, disparando a la Xunta, la Diputación de Ourense y todo lo que se meneaba. También, ya en los albores de la década, aparecieron los compostelanos ATAQUE ESCAMPE llevando a su música conceptos como el auto-odio gallego. Pequeñas pinceladas que no hacían si no confirman la tendencia dominante: pasar de todo.

Pero todo cambió de un tiempo hacia esta parte. La crisis económica llegó. Y se quedó. Tocó donde duele: en la nómina. Reduciéndola, eliminándola o esfumando toda posibilidad de alcanzar una. De fondo, el estado de bienestar resquebrajándose. Hasta entonces la política era, o cuando menos parecía ser, algo moral y/o estético en la mayoría de los casos. De un tiempo hacia esta parte, no. Tambaleándose por completo el modelo de vida del que se gozaba o se esperaba llegar a gozar, empezó a ser algo lo suficiente vital como para airearla en todos los canales disponibles. Sí, a todos se les cayó el castillo de naipes. A los periodistas que esperaban poder vivir de destripar discos; a los profesionales arty ligados emocional y a veces económicamente al indie; al técnico de sonido que curraba para la tele o el folk, pero que luego le echaba una mano a los colegas; a los estudiantes de derecho sin mucha vocación que se hicieron funcionarios-con-tiempo-libre-para-el-blog; a los programadores culturales que dependían del dinero de esas instituciones que, de pronto, pasaron a ser «los mercados»; a los locales de copas en los que se reunía toda esa gente; y también, claro, a los músicos que, muchas veces, eran alguno de los personajes anteriores tocando instrumentos a tiempo parcial. Los últimos necesitan cantar sobre ello. El entorno parece que demanda esos pasos adelante.

«Ahora no puedo cantar de otras cosas»

Todo este clima convulso se traduce en un giro radical en las temáticas. Y se extiende por una buena parte del catálogo de la música indie en Galicia. Incluso en rincones que, a priori, quedaban totalmente al margen. «Uno habla de lo que le pasa y ahora no puedo cantar sobre otras cosas», comentaba Marco A. Maril de APENINO recientemente. Histórico del indie gallego, en su intervención dentro del festival Microscópico el pasado mes de julio en A Coruña presentó algunas de las canciones que formarán parte de su nuevo trabajo. Inéditas aún, se trata de pequeñas piezas de pop electrónico que -¡sorpresa!- lanzan dardos envenenados al poder. ¿Un ejemplo? «Déjame aclararte / fingir es todo un arte / brillante en tu caso particular / La escasa libertad / la alta sociedad / esos errores tuyos que nunca pagaste» (La estafa social). Poco o nada tiene que ver con la obra anterior de Marco, una persona que se asegura que siempre ha estado muy interesado en la política (de hecho, es licenciado en Ciencias Políticas). Hasta el momento, sin embargo, jamás habían penetrado en el cancionero de Dar Ful Ful o Apenino, sus proyectos más destacados.

«El motivo creo que es claro y evidente: la situación que estamos viviendo es inédita en nuestras vidas, en cuanto a pérdida de derechos y libertades», justifica el músico compostelano, actualmente en paro, sobre su giro. «Perdemos nuestros trabajos, perdemos derechos fundamentales y observamos que mucha gente en nuestro entorno está viviendo en condiciones límites. Ante todo eso, no puedo evitar sentirme afectado y es inevitable que, de algún modo, esta situación se acabe colando en mi música, en mis letras. Me encantaría no tener que hacerlo, pero ahora mismo es inevitable», confiesa. Al tiempo hace un poco de autocrítica: «Al indie siempre se le ha acusado de ser de derechas y, sí, es cierto que dejaba traslucir cierto aire acomodaticio. Pero no creo que fuera sólo algo propio del indie. La sociedad en general estaba, y sigue estando, muy acomodada. Ahora empieza a desperezarse y las protestas en contra del sistema crecen. Y supongo que eso que se entiende como indie, en cuanto que es parte de la sociedad, no puede mantenerse al margen. Es lógico que ahora puedan verse también ahí protestas contra lo que nos está ocurriendo a todos».

El giro político también ha llegado al que muchos consideran como el grupo clave del pop independiente en Galicia, TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO. La banda de Boiro no se anda con muchas metáforas en líneas como «Robo tu tiempo / héroe del trabajo / el acero del partido»(Robo tu tiempo). Tampoco en «Quieren que crea en el amor y en la productividad alemana / harán que trabaje hasta romper mi voluntad» (Enemigos del espíritu). Aunque Rodrigo Caamaño sostenía recientemente que ese poso siempre ha estado en el grupo, lo cierto es que hasta Victoria Mística, su tercer trabajo editado este verano, nunca se había mostrado de la una manera tan evidente. ¿Arrastrados por la coyuntura? «No sé con certeza de si hay un bum político en la música independiente o no, la verdad. Supongo que los grupos, como todo el mundo tiende a hablar de lo que más les afecta», explica sin dejar de jugar con esa dialéctica religiosa que tanto le gusta a ellos: «Creo que es justo y necesario posicionarse de alguna forma. Es nuestro deber y voluntad. Creo firmemente que estamos en una época en la que se está llevando a cabo una lucha de clases, y probablemente estemos perdiendo. Es algo real que está presente en la vida cotidiana de todas las personas, así que como músicos eso se tiene que reflejar si o si, de alguna forma u otra, sea directa o implícitamente. Si no, es que probablemente vives en el mundo de My Little Pony».

«Robo tu tiempo» de Triángulo de Amor Bizarro

En la entrevista publicada en el suplemento Fugas de La Voz el pasado verano también hablaba de la edad: «Con nuestro primer disco, por ejemplo, teníamos veintipico años y un punto de vista más posadolescente de la vida. Ahora ha cambiado todo». Sí, el fin definitivo del sueño juvenil muestra un horizonte desolador: «Llegan los 35 años y la gente se da cuenta de que está en un punto muerto -describe-. Fuimos una generación de ir todos a la universidad, en una especie de sueño americano aplicado a España. Y al final nos llevamos todos una buena hostia». Por ello en este nuevo álbum el grupo ha sacado las uñas. Aunque se trata del disco más pop de su carrera, sus letras demandan explícitamente guillotina. «Pedimos cabezas. Todo lo que nos vendieron era un espejismo, que no valía para nadie más que para los mismos. Ahora solo estamos pidiendo lo que nos merecemos. Sería lo justo», sentenciaba entonces Caamaño.

Compañeros de la trinchera del ruido con resonancia social son también DISCO LAS PALMERAS! La banda de Lugo cuenta ya con dos notables álbumes (Nihil Obstat y Ultra) en los que se apunta en múltiples direcciones: desde la monarquía a la casta política, pasando por la iglesia. Y no, no se trata de un grupo calimochero que escribe letras con k, sino unos discípulos de My Bloddy Valentine y Sonic Youth arrastrados por el agitado clima actual. «Nuestro primer disco salió solo unos meses antes del 15M», recuerda Diego Castro, cantante y guitarra. Ve una relación directa en lo que se vive en la calle y su música: «Estaba claro el hartazgo de la gente, vivimos una época bastante espeluznante, corrupción, paro, insultos a la población en forma de privilegios de las castas dirigentes, indultos a delincuentes condenados que tienen buenos contactos… es pavoroso».

«Se ríen de ti» de Disco Las Palmeras!

«¡Se ríen de ti!», exclaman en el estribillo de la explícita Que rueden cabezas, una suerte de vómito shoegazer con tenue luz pop. En su espíritu poco o nada tiene que ver con lo que sus autores cultivaron en proyectos musicales anteriores. Castro, por ejemplo, militó en formaciones como Sugardadies, Deluxe o Igloo. Todos, a años luz de sus parámetros actuales. «Supongo que no éramos tan conscientes, cuestiones de la edad, pero también es el día a día que nos toca. Supongo que como músicos y ciudadanos, preferiríamos no estar tan preocupados, pero la situación lo provoca, casi lo exige. No lo hacemos para concienciar a los demás, solo somos críticos, muchas veces hasta con la sociedad y su poca implicación. En el fondo, no tenemos mucha esperanza, la gente parece pensar que esto es solo cuestión de tiempo y no parecen ser conscientes de todo lo que están perdiendo y que probablemente nunca van a recuperar».

«Grecia está ahí, no sirve de nada mirar a otro lado»

Pero si se busca un grupo que encaja a la perfección dentro de este nuevo ecosistema musical gallego este se encuentra en DAS KAPITAL. Los compostelanos, deudores del crudo libro de estilo de los franceses Programme, sorprendieron este año con el excelente Grecia, un segundo trabajo apocalíptico que radiografía un mundo totalmente a la deriva. «Estamos en territorio fora da lei / á marxe do pacto entre clases», canta O Leo con una contención que torna su discurso en una agresividad latente y amenazante. En el horizonte, el desastre griego: «E que Grecia está ahí, no sirve de nada mirar a otro lado. No hace falta darle más vuelta», explicaba el vocalista en el Fugas en julio. En la distancia corta, la realidad más próxima: «El pacto entre clases está roto, mucha gente las está pasando canutas». Y, en el fondo, su postura al respecto: «O es blanco o negro, y la verdad es una. Nosotros creemos en eso. Las medias tintas nos perjudican. O eres parte del problema o parte de la solución».

Videoclip de «Grecia» de Das Kapital

De todos modos, Das Kapital marcan distancia respecto al resto del pelotón. De hecho, un personaje como O Leo no es precisamente un recién llegado. Tiene un pasado a sus espaldas removiendo las arenas movedizas de la política con sus canciones. «No hacemos canción política como se puede llegar a entender en un nivel más convencional -precisa-. Nosotros pensamos que todo es canción política. Bisbal también es canción política pero de la otra. Nosotros no llamamos a la revuelta, somos testigos de que se está produciendo eso. La gente son sujetos políticos que tienen que reaccionar». En ese sentido, resultan claves los directos. «Queremos poner a la gente durante 40 minutos frente a sí misma».

Pero sin duda, la más insólita de las propuestas de corte político de este nuevo pop gallego la han protagonizado NIÑO Y PISTOLA. Su último álbum, There’s A Man With Gun Over There, alberga una historia conceptual en la que tienen un lazo entre sus influencias estéticas (el rock americano de raíces) y su momento. «El disco narra la historia de un jornalero americano en los años cincuenta, que está cansado de su vida y de su trabajo. Entonces decide comprar un arma, matar a su jefe y empezar una especie de revolución personal individual», señala Manolito Portolés, cantante y guitarra del grupo que deja clara la intención: «Es nuestra forma de aportar algo. Tampoco es que seamos una gente superactiva ni revolucionarios, pero de esta manera mostramos nuestro descontento», concluye.