La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Suede
Noroeste Pop Rock
Playa de Riazor, A Coruña
9-8-2013

Fueron grandes en los noventa y continúan siéndolo dos décadas después, aunque sea tirando de retrovisor. Los británicos Suede firmaron anoche una de las páginas más brillantes de la historia del Noroeste Pop Rock, a situar junto a la visita de Paul Weller en el 2006 o la de The Cure en 1998. Apelando a sus grandes armas -elegante presencia escénica, cuerpo a cuerpo musical y un repertorio de perlas incontestable- convirtieron la playa coruñesa de Riazor en un paraíso de nostalgia brit. Muchos de aquellos que los bailaron a los veintitantos, los disfrutaron en vivo ayer. Y aunque nada sea lo mismo por una noche revivieron el escalofrío de aquella juventud que la banda musicó con So Young.

Tardarían en llegar a ella. Antes había que pinchar a la audiencia poco a poco. De arranque optaron por una solución harto arriesgada: Europe Is Our Playground, una cara b de mediados de los 90 e intenciones envolventes. Primero, emergieron sus guitarras de oxido e hipnosis. Después, la inconfundible voz quebradiza de Brett Anderson flotando trémula en la noche. Luego, la tensión sostenida de la canción creando un ambiente de extrema fragilidad. Pretendían arañar el corazón del público desde el primer momento. Mirándolos a los ojos les demostraron que fueron grandes, muy grandes. Y que siguen siéndolo, aunque todo se trate de un recuerdo.

Como en aquellos legendarios directos de Benicasim en 1997 y 1999 o sus pases en Santiago en el 2002 y el 2003, la banda se metió a la audiencia de las primeras filas en el bolsillo al instante. Anderson se dejó en el camerino el enfado del día anterior y se reivindicó como el front-man definitivo. Miró a los ojos a los fans que lo secundaron, les cantó las canciones de su vida y contagió a las primeras filas de una vitalidad más propia de los 20 que de los 45 que indica su pasaporte. Atrás, sin embargo, el ambiente resultaba más frío dando la sensación de que una buena parte del público ni conocía al grupo ni, mucho menos, empatizaba con él.

A Europe Is Our Playground le siguió Barriers, del nuevo disco y, luego, It Starts And Ends With You, otra pieza reciente con la épica y los estribillos radiantes. Y ahí se pulsó stop a la novedad y la rareza. Tocaba viajar en el calendario musical y sentimental. De la mano de Suede, la travesía no puede resultar más placentera. Cuando sonó Trash se abrió la puerta del paraíso pop. Cuando la continuó Animal Nitrate este paraíso encendió todas sus luces de colores. Y con By The Sea convirtieron en real el guiño que habían hecho en Twitter al anunciar anunciaron el concierto «a la orilla del mar».

Sí, la actuación respondió a las expectativas: fue un grandes éxitos en toda regla, perfectamente ejecutado (uno diría que incluso mejor que en el 2002 en Santiago) en el que la banda se reivindicó en plena forma recordando su pasado y no faltó casi de nada. El público, que creció a medida que avanzaba la actuación, disfrutó de un repertorio apoteósico en el que sobresalió, ya hacia el final, Beautiful Ones que incluso sorteó la mala elección de ser tocada con una segunda guitarra acústica. Una piedra preciosa atemporal que brilló con todo su esplendor en Riazor.

En el bis tocó Saturday Night. Y se dejaron una She’s In Fashion que aparecía entre paréntesis en el set-list. De haber logrado prender fuego a toda la audiencia y no solo en la mitad de ella, como ocurrió, seguramente habría caído. De todos modos, se trata de un cierre muy flojo (¿por qué no un We Are de The Pigs o The Drowners?) para un concierto que hasta entonces había rayado la perfección.

Arranque del concierto en la playa de Riazor

Foto: César Quian