La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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La llegada del nuevo curso suele ser uno de los momentos con mayor número de lanzamientos discográficos del año. Con un ojo puesto ya en el mercado navideño, los sellos reservan para septiembre y octubre algunos de sus lanzamientos estrella. En el suplemento Fugas hemos hecho una selección de algunos de los más esperados. He aquí la relación (ampliada con un par de trabajos a mayores). Inevitablemente existen decepciones, sorpresas y alegrías.

CAT POWER «SUN» (Matador)
Tras dos obras maestras como You Are Free (2003) o The Greatest (2006), se aguardaba con impaciencia la vuelta de Cat Power al estudio con material propio. Y este ha dejado un cierto sabor agridulce. No porque Sun se trate de un mal disco, sino porque a Chan Marshall se le exige más. Con un toque electrónico que aventura un paso hacia adelante sorprende a mitad de Cherokee, su primer tema. Bases de hip-hop, scratches, voces filtradas… Vamos, una nueva caja de herramientas al servicio de un talento que surge en piezas delicadas como Manhattan, desesperadas como Allways On My Own o bailables con Ruin. Pero en la extensísima Nothing But Time se encuentra la clave del álbum: el intento de llegar a algo sublime y quedarse en un simple «está bien». Puntuación: 6,5 / 10

ALEJANDRO SANZ “La música no se toca” (Universal)
Aunque a mediados de la década pasada Sanz dio señales de chispa con aquel meritorio No es lo mismo, todo confirma que los cuarenta lo han asentado en la previsibilidad. La música no se toca hace honor al título, reúne todo su manual de estilo y pulsa pocas teclas de cambio. Ahí está la balada acústica con aires latinos, el pop-rock ligeramente escorado hacia la música negra, los clímax pretendidos a golpe de coros y arreglos orquestales (incluso a lo Beatles en Como decir sin andar diciendo) y algún toquecillo electrónico. Los seguidores encontrarán en todo ello y en versos como «no me da miedo el amor, no me da miedo el rubor / es una gota en el mar, en un diluvio es un charco» material para seguir confiando en él. Quien no se haya enganchado en el pasado, que desista: aquí hay más de lo mismo (y en todo momento da la sensación de estar menos inspirado). (4 /10)

BOB DYLAN “Tempest” (Sony)
El crepúsculo de Bob Dylan sigue alumbrando grandes discos. Tempest no llega quizá al punto de excelencia del sublime Modern Times (2006), pero no dejará insatisfecho a ninguno de esos seguidores que ven que seguirlo en el siglo XXI supone una de las mejores opciones que oferta el mercado rock. Con un pie en el folk y otro en el blues, narra amores imposibles, desastres sentimentales e, incluso, la tragedia misma del Titanic en 14 colosales minutos. Al frente, su garganta rijosa entonando con voz quebrada canciones que se rebozan en los géneros clásicos y que parecen no querer llamar la atención de nadie más que aquellos que se acercan con ganas al disco. Desde esa suerte de swing a la country de Duquesne Whistle a Roll On Jon dedicada a Lennon, el gozo auricular está garantizado. (9/10)

THE XX “Coexist” (XL)
Son el grupo indie del momento. Y quizá, junto a Beach House, los autores del disco más laureado por esos territorios en lo que va de año. Británicos, confirman en su segundo paso todo aquello que hizo arquear las cejas en su alabado debut homónimo. Ahí permanecen el minimalismo, la oscuridad y la atmósfera de inquietante quietud. También las zozobras sentimentales, fluyendo entre microritmos y flexibles líneas de bajo. Y, cómo no, esa manera de contener el feeling en la música. Cuando todo parece que vaya a estallar, se detiene para volver a empezar. Si al conjunto se le añade esa misteriosa y atractiva estética de jóvenes hipersensibles e inadaptados tras la icónica X, surge lo más parecido al grupo de culto generacional de esta década. Imprescindibles. (9,5 / 10)

TOY “TOY” (Heavenly Records)
El hype del momento en Inglaterra demuestra una vez más que picotear en influencias selectas no garantiza un buen disco. Y esa inercia de parte del público y la crítica consistente en bajar el listón cuando la cosa huele a kraut rock tampoco consigue derribar las evidencias. El debut de Toy apunta hacia algo grande, pero se queda en una obra más bien pequeña y prescindible. Como los Horrors del segundo y tercer álbum, la banda propone un conglomerado de psicodelia, kraut-rock y humo shoegazer con claras intenciones narcóticas. Pero a diferencia de aquellos, que recolectaban diana tras diana, estos chicos no alcanzan en ningún momento nada que vaya más allá de eso, un puñado de buenas intenciones que no encuentran buen puerto y terminan por generar el bostezo. A su final quizá sea un buen momento para rescatar los discos de The Telescopes. (4/10)

MUSE “The 2nd Law” (Island)
La que para muchos es la mejor banda de rock actual del planeta, ha revuelto el gallinero. Primero, lanzando un single, Madness, que coquetea con la electrónica minimalista. Luego, surgiendo como una especie de INXS en la ochentera Panic Station. Y más tarde con un Survival que redefine la palabra exceso aplicada al rock. Son unas pinceladas que vienen a decir que The 2nd Law tira hacia lo ecléctico en el intento de Muse por abrir nuevos caminos asegurando su personalidad. El zigzag ha abierto una brecha. Una parte de fans no aprueban el movimiento. Otros lo refrendan con su aplauso. De todos modos, se debe tener en cuenta que tampoco se trata de un salto tampoco es mortal: aún queda el sonido Muse de toda la vida. He ahí la inaugural Supremacy. (5/10)

THE KILLERS “Battle Born” (Universal)
El cuartero de Las Vegas que maravilló a medio mundo con himnos como Somebody Told Me, Read My Mind o Human entrega el más flojo de sus álbumes. No hay duda. Como si se tratase de una regresión al AOR ochentero, Battle Born está repleto de insustanciales baladas-de-mecherito, cortes roqueros que podría haber firmado el Bon Jovi de Runaway y mucha épica con aroma a romántica película americana de la era VHS. Que conste que el problema no radica tanto el estilo (también se despreciaba el soft-rock de los setenta y miren ahora como beben de él grupos como Wilco), como la falta de enjundia en los temas. Ramplón en todos los sentidos, demuestra que The Killers han perdido completo de aquello que otrora elevaban al éxtasis a sus fans. Una lástima. (2 /10)

MIKA “The Origin Of Love” (Universal)
Difícil lo tiene Mika para volver a los días de gloria Grace Kelly. Su tercer álbum mantiene el tono de pop amable al que nos tenía acostumbrados, pero presenta una grave carencia: la falta de singles adhesivos. Estos brillan por su ausencia. Lo más parecido se
encuentra en Celebrate, la supuesta bandera del disco interpretada con Pharrel Williams. Sin ser un mal tema se sitúa muy lejos del impacto arrebatador de la mentada Grace Kelly, o de Take It Easy o We are Golden. De sus compañeras de reparto tampoco se pueden decir mejores cosas. Entre el pop electrónico, las piezas a piano y el aroma a musical, el álbum discurre sin grandes alegrías. Falta pegada, sobra abulia y, aunque algún tema suelto se muestre simpático (Love You When I’m Drunk), el disco llega a su final sin llegar a molestar. Sí pero, desde luego, tampoco sin lograr enamorar. (5/10)

ANIMAL COLLECTIVE “Centipede Hz” (Domino)
El principal problema de Centipede Hz se encuentra en su predecesor: Merriweather Post Pavillion (2009). Considerado por parte de la crítica como la bandera del pop del siglo XXI, ofreció una dimensión relativamente accesible al grupo de Baltimore. Lo abrió a un espectro de público mucho más allá de lo alternativo. Y en ese sentido, su nuevo álbum tiene el duro hándicap de sonar mucho más enrevesado, psicótico y raramente alucinando que aquel. De hecho, en más de un caso se ha interpretado como una vuelta a sus orígenes. Lejos del clima ambiental y amable, su psicodelia circular se muestra más agresiva y difícil. Apenas Today’s Supernatural serviría como single. El resto pide escuchar e inmersión. El placer llega, pero cuesta. (7/ 10)

THE VACCINES «Come Of Age» (Sony)
Este disco recuerda al que, en su día, grabaron Arctic Monkeys para confirmar el debut Whatever People Say I Am, That´s What I´m Not. Arranca contundente, exhibe orgulloso el sonido y muestra la innegable calidad en las soluciones melódicas. El oyente lo recibe entusiasmado. Pero, a mitad del disco, llega la pega: ¿qué ha pasado con los himnos instantáneos que rompieron tantos corazones en What Did You Expect From The Vaccines? Pues no los hay.Eso puede echar atrás a quien se enganchó a esa luminosa facilidad de aunar estribillos y electricidad en un lugar intermedio entre las Supremes, Ramones y Jesus and Mary Chain. Se perderá un trabajo que requiere más escuchas para ser disfrutado. Solo así se podrá disfrutar de ese All In Vain, que mira al pop mayúsculo sin importarle que lo sigan, o Ghost Town, que tira hacia un territorio de rock a lo Libertines sin importante si eso se lleva o no. (7/10)