La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Tom Jones
Santiago, plaza de la Quintana
27-8-2012

Un momento: It’s Not Unusal sonando en la plaza de la Quintana en medio del chaparrón con todo el público en pie, bailando bajo paraguas y ponchos de colores. La gente se había olvidado de la posible gripe del día siguiente. Era consciente de que así, a lo épico, el disfrute se incrementaba. Durante los tres minutos y pico que duró la celebérrima canción nada malo podía pasar. La felicidad se había hecho amiga de la plenitud para desbordar la fiesta.

En ese instante Tom Jones tocaba el cielo. Antes, sin embargo, tuvo que lidiar con un marco hostil. La “ligera lluvia” prevista resultó ser bastante más intensa que lo que recogía el parte meteorológico y la gente, sin un lugar en el que resguardarse, exigía la salida del artista cuanto antes, entre silbidos y gritos de “!Fuera, fuera!”. Con ese panorama el galés piso escena con una propuesta inteligente que, al final, satisfizo a todos los públicos. Concierto no demasiado largo (una hora y media pelada), un tramo inicial de soul y blues, pequeñas paradas en sus últimas peripecias con el productor Ethan Jones y, tras algún avance, la catarata final de hits. Entonces sus “Oh yeah?” obtenían una enérgica respuesta: “Yeah!!!”.

Abrió la noche Hit Or Miss, de su último trabajo. Marcó el tono contenido de la primera hora. En un auditorio o con un tiempo diferente funcionaría a las mil maravillas, pero en la Quintana exigía un esfuerzo extra: el de intentar obviar los pies empapados, los huesos mojados y la futura pulmonía. Por ello, se agradeció el guitarrazo. Bien atacando el Evil de Howling Wolf, bien dándole al Hard To Handle de Otis Redding. En medio, el temple elegante del Tower Of Song de Leonard Cohen. Y siempre con la voz recia, sin atisbo de flaqueo por ningún lado.

En nada, Jones abrió la puerta del greatest hits. Primero, con What’s New Pussycat. Luego, con un Delihah interpretado con simpático tono fronterizo. Después, con el mentado It’s Not Unusual, ya con la audiencia completamente entregada a la causa. Todo ello acompañado de todo tipo de trucos, coqueteos con el público, bromas con sus dos coristas, presentación de la banda y, sobre todo, canciones inmortales que siempre se asociarán a su voz. El You Can Leave Your Hat On del filme Full Monty, mostrando que continúa siendo un hombre de pelo en pecho. El Sex Bomb que lo hizo célebre entre los más jóvenes. Y un Kiss de Prince final, sencillamente, apoteósico.

Así saldaba Jones la deuda de aquel concierto que tenía que haberse celebrado en julio, finalmente cancelado por una bronquitis. Con dificultades, pero con grandeza, demostrando que en esto todavía hay clases. Y situándose, por supuesto, en la primera de ellas.

Fotos: Álvaro Ballesteros. Album del concierto aquí