La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Al hilo del último post sobre los vinilos, comenta el miembro de un grupo indie nacional de la zona media (es decir, de los que tienen nombre, pero aún no pueden permitirse vivir de la música) un error de percepción de la situación. Una de esas cosas que solo se ven desde dentro, cuando las sufres y las padeces. Considera que se está dando una imagen distorsionada del auge del vinilo. En lo que reflejan a veces los medios y en las conversaciones entre aficionados da la sensación que se despachan muchas copias, pero que la realidad es otra. En su caso, lo ejemplificaba con cifras. De su último disco, que lleva más de un año en el mercado, han venido unas 900 unidades en CD. De la versión vinilo, sin embargo las facturadas no llegan ni a 200. Y, por supuesto, el artista es consciente de que la mayoría la gente que escuchaba el disco lo hace a través de descargas ilegales en MP3 o mediante Spotify.

Puede que se trate de un caso aislado, pero quizá en el tema del vinilo esté ocurriendo otra de esas inercias de pensamiento, como la de que el lujo va viento en popa en los tiempos de crisis o que las webs de los medios de comunicación se forran a base de banners dando gratis lo que antes se cobraba. Una cosa es que se vendan vinilos, que los grupos editen de nuevo en ese formato y que haya resurgido del semi olvido en el que permanecía. Otra, que esas ventas puedan hacer sombra a las del cedé, un formato ya de por sí alicaído. Pero, como se puede ver, aún no tanto.

Pero hay una segunda lectura a todo. El mismo grupo despachaba hace un lustro 2.500 copias de su CD, cuando solo lo editaba así. Hoy, entre ambos formatos, apenas rebasa los mil. Por mucho ruido que los aficionados hagan de ese amor por el formato original del elepé, los datos son los datos. Y, por ejemplo, las estanterías de la Fnac de cedés ocupan 5 ó 6 veces más espacio las de los vinilos. Dudo que sea por llevar la contraria.