La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Una de las grandes figuras del pop británico actual llega a Galicia. Patrick Wolf actúa el jueves 13 en Vigo. Aprovechando esta circunstancia, la semana pasada lo entrevistamos en el suplemento Fugas, un texto que recuperamos aquí en una versión algo ampliada.

Patrick Wolf surgió en el 2003 como una criatura fascinante dentro del pop británico. Entonces, el foco alumbraba a The Libertines, mientras Franz Ferdinand preparaban el salto y Kaiser Chiefs permanecían en la retaguardia. Él se asomó en la neblina de los canales alternativos con Lycantrophy, un disco de folk cruzado con IDM en el que se mostraba como un personaje desafiante. Sus canciones hablaban con caligrafía propia de la búsqueda obsesiva de la libertad, el rechazo al acomodamiento burgués y la inmersión en la oscuridad. Un tema, Bloodbeat, se convirtió en un pequeño himno underground. Sobre una nerviosa base de microritmos, su voz grave escupía versos como «Sin necesidad de comodidades / sin necesidad de luz / estoy en busca de los secretos de la noche / comer el terror, lamer la chispa / oh, mi sangre late oscura». Su imagen —ambigua, desgarbada y aniñada, de pequeño genio excéntrico coqueteando con la indigencia— completaba el cuadro. Y un puñado de entrevistas reafirmando la condición de rara avis hicieron el resto para que la correa de transmisión empezase a funcionar.

Ocho años después de aquello, el universo del artista resulta harto diferente. «Mi vida ha cambiado muchísimo desde aquella canción —reflexiona—. La escribí en mis días de adolescente desbocado. Estaba sin dinero, sin futuro, solo con la cabeza y el corazón lleno de sueños. Recuerdo cantar esa canción en el Festival de Benicasim sin banda, solo con un portátil y un teclado». El próximo jueves en Vigo estará mucho más arropado. Saldrá a escena con cinco músicos, varios de ellos multiinstrumentistas como el propio Patrick. Pero también lo hará con un discurso muchísimo más accesible que aquél.

Es lo que encierra Lupercalia, el álbum que viene a presentar, un luminoso y eufórico canto al amor en su estado más pasional. «En cada disco que grabo intento documentar mis experiencias como si fuera una cápsula de tiempo para que, luego, el resto del mundo pueda formar parte de ellas y viajar en mi vida», apunta Patrick. « Supe, al terminar el disco, que había aprendido lo suficiente sobre el amor. En The Magic Positon mostraba una opinión de él mucho más juvenil, claustrofóbica y efímera». En esa nueva catarata de sentimientos fluye un romántico juntos-para-toda-la-vida que recuerda a aquel nosotros-dos-contra-el-mundo que tanto cultivó Suede en los noventa. ¿Podría ser este quizá su Coming Up particular? «Recientemente toqué en un show acústico a petición de Brett Anderson. Fue todo un honor, él tiene una voz maravillosa y única», dice eludiendo la pregunta.

De acuerdo, Patrick Wolf regatea el juego de los parecidos. Tanto da que vengan como piropos. Quiere mostrarse personal a toda costa. Por ello también esquiva las referencias de Scott Walker en ese tono melodramático suyo, los claros paralelismos de canciones como House con la alquimia pop de Prefab Sprout o ese punto de grandiosidad épica que lo sitúa, en The Future, cerca de Arcade Fire. Lo de exigir una explicación por el semi plagio perpetrado en Time Of My Life respecto al Gettin Away de James en este contexto ya ni se intentó.

Entre todas esas referencias surge un disco luminoso y con sabor atemporal. «Usé técnicas de grabación orgánicas en un momento en el que todo es robótico y digital, pero eso no significa que apele a una era concreta», aclara el autor que ve crecer su audiencia día a día. «He tenido más público y respuesta de los medios con este disco que en los diez años que llevo haciendo música», asegura. Y aunque parte de la crítica que otrora lo adoraba le esté dando la espalda (ahí está la crítica de Pitchfork que tanto enfureció al artista), asegura que espera no retornar al pasado: «Examiné el infierno y luego puse mi corazón, mi alma y mi vida en este lugar. Y no pienso regresar allí demasiado pronto». Es la optimista seguridad que proporciona ese capricho voluble y encantador llamado amor cuando se posa en el corazón de una persona, por descreída que sea. «Me encanta que vivas aquí conmigo /me aporta la mayor paz que jamás haya tenido / porque durante demasiado tiempo he sido un hombre solitario/ sí, he sido durante demasiado tiempo una piedra rodante», dice pletórico en House. Sí, Patrick está enamorado y quiere contagiar su felicidad con su audiencia. No sería extraño que más de un fan adoptase esas canciones como propias

Lady Gaga y Joni Mitchel
La exposición lograda con Lupercalia ha generado que el nombre de Patrick Wolf suene en los labios de algunas figuras del mainstream. Si en los noventa era Madonna la que se fijaba en Björk y en la década pasada se hicieron cópulas entre Kylie Minogue y New Order, ahora es Lady Gaga quien ha mostrado si interés en el británico. «Me encantaría trabajar con ella», admite sin pestañear. Sin embargo, si de colaborar se tratase, existe un pequeño sueño aún realizar. «Si pudiera elegir una arista con la que colaborar, probablemente elegiría a Joni Mitchel. Ella canta una canción titulada Secret Place en un duo con Peter Gabriel. Yo suelo soñar que ella quisiera cantar en vivo esa canción y yo ponerme en el lugar de Peter Gabriel».

Videoclip de «House», uno de los singles de «Lupercalia».