La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Como era de esperar tras la noticia de su separación, hoy la música de R.E.M. ha sonado sin parar en muchos hogares. Sus canciones invocan sensaciones que parecían perdidas, recuerdos que dormían en álbumes de fotos y la certeza de estar ante repertorio demasiado bueno, grande y emocionante como para no sentirse afortunado de haberlos tenido como compañeros de viaje. Este, que quizá se trate del post más extenso de la historia de Retroalimentación, resulta una nimiedad al lado de la obra de un grupo fundamental.

1.MISTERIO. Cualquier fan de la música pop en los ochenta que se tropezaba en una revista con unos tales R.E.M. le entraban unas ganas enormes de entrar en su universo. Transmitían algo especial, algo que para conocer había que atravesar una suerte de puerta en neblina. Ese nombre, esas portadas decididamente artys, esos títulos de una sola palabra (Murmur, Green, Document…), esas declaraciones que salpicaban las publicaciones musicales, esas fotografías,… todo generaba una especie de culto mágico alrededor de ellos. Como Joy Division, Jesus and Mary Chain o Spacemen 3 había en R.E.M. una oscura seducción que tiraba de uno irremediablemente.

2. AMPLITUD. El grupo en general y Peter Buck en particular eran grandes fans de la música. Eso se reflejaba en una inmensa paleta de referencias. Sí, a R.E.M. les había influenciado el after-punk, Michael Stipe bebía los vientos por Patti Smith, Television sobrevolaba su órbita de continuo y mostraban, constantemente, su amor por Gang Of Four. Pero junto a ello (influencias valoradas por la crítica más moderna y post-77) existían deudas tan o más evidentes en el plano supuestamente “retro”: el sentir melódico de The Byrds, el lado folkie de Led Zeppelin e incluso alguna una excelente versión de Toys In The Attic de los nada cool Aerosmith. Los modernos, que entonces apostaban por la innovación por que sí despreciando lo tradicional, nunca supieron muy bien cómo encajar eso.

3. ACTITUD. Michael Stipe fue el gran front-man del rock de los años ochenta. Hasta Pj Harvey no se vio sobre un escenario alguien capaz de irradiar tanto magnetismo. Como si cada concierto fuera el último, como si cada vez que pisaba las tablas lo hiciera con una misión, su manera de dirigir los conciertos resultaba avasalladora. Ello dotaba de una gran confianza al resto del grupo, que se desentendía totalmente para disfrutar del puro placer de tocar. Se puede ver en el mítico video Tourfilm, que recoge la que posiblemente sea la mejor gira del cuarteto. Posee algunos planos maravillosos de un jovencísimo Peter Buck brincando con su guitarra en pleno éxtasis rock. Delante de él, Stipe mantiene hipnotizada a la audiencia.

4. TRIUNFO. Que disco como Out Of Time (1991) llegase al número uno a nivel mundial marcó un antes y un después para muchos de nosotros. Que lo hiciese con un single tan personal, diferente y -sí- misterioso como Losing My Religion (con aquel videoclip a lo Caravagio), vino a ser algo así como el triunfo de la calidad sobre el plástico. Y que, luego, te clavasen un Shinny Happy People con una ma-ra-vi-llo-sa Kate Pierson (B 52´s) secundando a Stipe era para volverse loco. Pero no, es que Out Of Time tenía a Mike MIlls con esos coros fantásticos ( ! además de una interpretación soberbia de Near Wild Heaven! ) y una pieza tan alucinante y claustrofóbica como Country Feedback que te obligaba a entrar en otra dimensión. Aquel álbum era de los de correr a la tienda de discos, preguntar si tenían camisetas del grupo y apuntarse al club de fans más cercano. Todo el mundo debía saber que adorabas a R.E.M. Y era solo el principio.

5. PASADO. Descubrir a R.E.M. de Out Of Time hacia atrás fue uno de los trayectos más placenteros que pudo sentir cualquier joven que en 1991 tuviese sobre 16 años. Un The Best Of REM alquilado en cedé y pirateado en cinta fue la puerta de entrada. Las canciones resultaban tan asombrosas como arrebatadoras. The One I Love, It´s The End Of The World, Fall On Me, Driver 8, Radio Free Europe… ¿Puede caben tanta emoción en una simple TDK D-60? Luego llegarían los discos completos. Buff, imposible elegir, porque ¿en qué miligramo de pasión supera Murmur (1983) a Reckonin (1984)? ¿Realmente Lifes Reach Pageant (1986) es mejor que el re-que-te-definitivo Green (1988)? ¿Y qué podemos decir de Document (1987) y Fables Of The Reconstrution (1985)? Todo ello obliga a hacer LA PREGUNTA: ¿cómo un grupo pudo editar tantas obras maestras seguidas? Va otra: ¿algún contemporáneo suyo se puede comparar? Vale, Sonic Youth. Pero ¿alguno más?

6. FUTURO. Pese a lo que muchos sostengan, lo que R.E.M. hicieron de Out Of Time en adelante tampoco resultó nada desdeñable. Aquellos singles que llegaban y te recordaban lo buenos y especiales que eran se repitieron hasta el final de los días, con todo tipo de suspiros y escalofríos. Primero, Drive adelantando el magistral Automatic For The People (1992), de corte acústico y embellecido a conciencia por John Paul Jones de Led Zeppelin. ¿Alguien en su sano juicio se atrevería a sacar un sencillo así estando en la cresta de la ola? Pues ellos, que iban sobrados, sí. Después, What´s The Frecuency, Keneth?, un calambrazo eléctrico para bailar y bailar hasta desfallecer con el que presentaban el notable Monster (1994). Y cuando todo parecía que se iba a terminar tras la salida de Bill Berry del grupo, aparece, emocionante, Daysleeper presentando la resurrección de Up (1998). Pero es que, cuando ya iban dos décadas de trayectoria, llegó Reveal (2001), precedido de Imitation Of Life y -mmmmmmmmmm….- se sintió algo como no sé, levantase de cama, mirar a tu pareja y verla aún más bonita que hace 20 años. Uno de esos momentos de embriagadora emoción en los que no existe una manera lo suficientemente intensa para decir algo parecido a “!Gracias!”.

7. ¿DECADENCIA? REM solo cuentan con un disco que se merece un suspenso en toda su trayectoria: Around The Sun (2004). Y aún así, contiene uno de esos medios tiempos marca de la casa, Leaving New York, capaz de derretir el corazón más pétreo del mundo. Pero es que, cuatro años después, llegó el golpe de autoridad, oficio y calambres roqueros de Accelerate (¿tiene Coldplay o Wilco un disco que objetivamente lo supere?) y un último álbum, Collapse Into Now (2011), que, resumiendo todo su sonido, quedará para la historia como el último capítulo.

8. LETRAS. No aparecían en los discos y traían de cabeza a los fans. Crípticas, sugerentes y caleidoscópicas resultan indescifrables. Luego, llegó Internet y, efectivamente, descubrimos lo impermeable de su significado en la mayoría de los casos. Entonces, David S Morhoh (Rockdelux) dijo una de sus frases memorables: “Con Michael Stipe ocurre una cosa. No sabes qué es lo que dice en sus canciones, pero sabes que es algo muy importante”. Y, efectivamente, lo clavó. Pocos vocalistas de su generación transmitieron tanto con él.

9. VIDA. Pese al tono melancólico, sus pasajes oscuros y lo retorcido que pudiera parecer Michael Stipe en algunos momentos, R.E.M. transmitían ganas de vivir de la manera más tierna y sincera posible. Su tema Everybody Hurts ha impedido cientos y cientos de suicidios con versos como “Cuando tu día se haga largo / Y la noche, Tu noche, sea solitaria / Cuando estés segura que ya has vivido suficiente / Bien, espera / No te deprimas / Porque todo el mundo llora / Y todo el mundo sufre / A veces….”.

10. CANCIONES. Y más canciones. Además de todo lo citado, R.E.M. sobresalen, sobre todo, por sus maravillosas canciones. Las hay a patadas, en todos sus discos. Junten a las mentadas con anterioridad delicias So Central Rain, con esas lineas de bajo prodigiosas sustentando las voces de Mills y Stipe fundidas en una; At My Most Beautiful rindiendo tributo a los Beach Boys y redefiniendo el concepto “llenar espacios”; Sitting Still y la exhibición primeriza de pulcritud y estilo de Peter Buck a la seis cuerdas; Strange Concurrencies, llevando la balada-REM-de-toda-la-vida a unos niveles de excelencia prodigiosos; Orange Crush, nerviosa, pirotécnica y explosiva; I Belive, majestuosamente pop…

…y un extensísimo etcétera que, si lo desean, pueden rellenar junto a todas las pinceladas (o brochazos) que vean posibles sobre una de las bandas más rematadamente maravillosas del mundo del rock.