La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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The High Llamas
Expocoruña, A Coruña
4-julio-2011

La inesperada visita coruñesa de The High Llamas se tomó como un regalo. No estaba prevista. El recital iba a celebrarse en Ferrol, pero la suspensión del bolo por parte del Ayuntamiento con las entradas vendidas, obligó a los responsables de Sinsal a buscar una solución de emergencia. Y a la parroquia pop herculina un hueco en la agenda bastante insólito. ¿Qué tal terminar un lunes de pleno verano en el auditorio de un recinto ferial situado a las afueras de la ciudad disfrutando de un grupo de culto británico mientras fuera aún luce el sol?

Unas cien personas contestaron afirmativamente con su presencia. Al salir, resultaba casi imposible encontrar alguna cara que no tuviese dibujada la sonrisa, esa que genera el pop familiar-pero-voluble-y-sorprendente que se pudo escuchar durante una hora y pico en todo su esplendor. Ayudó y mucho el marco, el auditorio de Expocoruña, lugar idílico para este tipo de conciertos y que ojalá se explote aún más la temporada que viene. Lo fastidió, un poco, lo de siempre: cuatro o cinco tipos con sus risas, sus conversaciones en voz alta y sus retrasmisiones de concierto. Ahg!!!

Al margen de ello (mal endémico de esta ciudad donde los haya), la armonía reinó en Expocoruña. Sean O’ Hagan se mostró como un hombre feliz encantado de contagiar esa felicidad a su público. Con un discurso que apela al pop sesentereo con neblina –sí, esa sinuosa melancolía de los Beach Boys entremezclada con el fluir melódico de los Zombies sobre colchón bossa/easy listeing- engatusó desde el minuto uno. Fue con Berry Adams, el tema que abre su delicioso Talahomi Way recién editado. Abrió la puerta y venga: voces de ensueño, pop que gira en enredadores bucles, líneas delicadas que-parece-que-se-van-a-romper-pero-¡ay!-no-lo-hacen-si-no-que-te-desarman y mucho, mucho placer auricular.

Podrían tocar Talahomi Way enterecito, que no hubiera pasado nada. Pero los británicos prefirieron picotear por el resto de su trayectoria. Por allí desfilaron, entre otras, caramelos deliciosos Three Point Scrabble, muestra de esplendor pop como Rollin o el Janet Jangle que, ya en los bises, enseñó aquel lado de Stereolab que aún lleva en la sangre O’Hagan. Alguno reclamaba veinte minutitos más de actuación. Otros se daban por satisfechos con lo presenciado. Pero el regalo, ese inesperado regalo, hizo su cometido: sorprender, entusiasmar y agitar suavemente al corazón. Ojalá haya muchos más en el futuro ( y que los que no sepan estar, desistan y se queden en casa)

Foto: Xavier Valiño