La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Hoy se publica en La Voz la crónica del tramo final de la segunda jornada. Ya como colofón, igual que hicimos el año pasado, reflexionamos aún en caliente sobre cómo fue el evento.

LO MEJOR

1. Cut Copy. Los australianos ofrecieron EL CONCIERTO. Si en disco son un buen grupo, sobre el escenario resultan fantásticos. Girando la manilla del baile mediante graves sísmicos, subidones y luces que apelaban al éxtasis colectivo, convirtieron el Sónar Hall en el gran paraíso pop. Temas como Take Me Over, Fell The Love o Lights And Music sonaron a clásicos de una generación y la secuencia de encogimiento-explosión-encogimiento de Need You Now pareció cristalizar el cóctel OMD vs Happy Mondays que se intuía en sus álbumes. Si existe la felicidad plena debe ser algo muy parecido a lo que se pudo sentir en durante esa hora y pico en el Sónar Hall.

2. Richie Hawtin. Mientras Cut Copy tocaban el cielo, el reverso de la moneda del Sónar empezaba su sesión en el Sonar Club. Si los australianos tiraron al baile, el canadiense puso un pie en el más allá del baile, al menos en el tramo final, que lamentablemente es lo único que pude presenciar por la coincidencia de horarios. Contundencia y tralla apabullante en una sesión llevada al infinito con los visuales de Ali Demirel. Y sí, el cuerpo humano parece que no está aún capacitado para soportar algo así.

3. M.I.A. Muy, pero que muy discutida por el público, M.I.A. ofreció en mi opinión un gran concierto. Se impone la visión personal, por tanto. Hubo fallos en el sonido, especialmente en la parte central, pero el repertorio, la actitud y el espectáculo general difícilmente admite peros. El arranque con Galang fue sencillamente demoledor y el Born Free final una auténtica locura. Cuando el nombre de la artista apareció salpicado en sangre en las pantallas, no podía siquiera vislumbrar las críticas. Entonces pensé que acabábamos de ver uno de los conciertos del año. Pero se ve que no: 9 de cada 10 personas con las que hablé definían su pase como un bluff. De verdad, !mi no entender!

4. Mejora en el sonido en el Sonar Hall. Si el año pasado el mayor reparo fue el sonido del Sónar Village (el escenario del vestíbulo de Expocoruña), el cambio al Sónar Hall (situado en la galería lateral de Expocoruña) fue muy positivo en ese sentido. Más incómodo y por momentos con demasiada luz, resultó sin embargo más agradecido con el oído y permitió disfrutar de unas actuaciones de Cut Copy o Die Antwoord que, quizá, de celebrarse en las condiciones del año pasado, hubiesen bajado enteros.

5. Fiestas finales. Los cierres de las dos jornadas en el Sónar Hall dejaron un gran sabor de boca. The Gaslamp Killer divirtió y animó el cotarro a los pocos que aguantaron hasta las 5 de la mañana para disfrutar con su sesión. James Murphy seleccionó disco y house y meció son suavidad a quienes quisieron decirle adiós a este Sónar bailando hasta el final.

LO PEOR

1. Poco público en la primera jornada. Eso sí que fue un bluff. Apenas unas 2.500 personas vieron en directo a Underworld, una de las grandes estrellas del festival, dejando a la organización, público y parte de la prensa totalmente descolocados. Como siempre sucede a posteriori, no tardaron en aparecer las bocas que soltaban su “Yo ya sabía que hoy ni iba a venir nadie”, pero a priori parecía que la posibilidad de ver a los autores de Born Slippy en una ciudad como A Coruña iba a atraer a mucho más públicó. ¿Será que los que vivieron Born Slippy en tiempo real no tenían con quien dejar al niño? Se dio más de un caso…

2. Magnetic Man. Llegaban como uno de los reclamos con ínfulas de gran espectáculo y resultaron tremendamente decepcionantes. En poco menos de 10 minutos su discurso perdió nervio y se volvió cansino gracias a su pesadísimo MC. Lo mismo se puede decir de Buraka Som Sistema, cuyo directo verbenero casi acaba en la página de sucesos cuando su encargado de seguridad empezó a bajar a la chavalada (a la que previamente se reclamó) del escenario a empujones.

3. Horarios y estrellas demasiado tempraneras. Que la estrella principal del día empiece su concierto una hora después de abrir las puertas (Underworld fue a las 23 horas y M.I.A. a las 23.30) impide que el público se pueda aclimatar. Muchos echaron de menos un arranque más temprano de las jornadas con conciertos por las tardes, aunque luego se terminase la fiesta más temprano (que siempre hay afters y salas para continuarla). También se lamentaron algunas coincidencias, especialmente la de Richie Hawtin y Cut Copy, que solaparon sus actuaciones.

4. El llorado auditorio. Estuvo en la mente de muchos. Faltó este año el espacio que en el 2010 marcó la diferencia y dejó aquella joyita de Broadcast para el recuerdo. En el ánimo de la organización estaba recuperar el evento para el año que viene (y con él las propuestas de corte más intimista y experimental), pero antes de eso hay que resolver el punto siguiente.

5. Incertidumbre. La pregunta se vuelve a repetir este año: ¿Habrá Sonar Galicia 2012?. Hoy Ricard Robles, codirector del festival, insiste en La Voz en que el ánimo de la organización es mantener la bicapitalidad con la sede coruñesa. Cuando las previsiones estaban en una razonable franja de 10.000-11.000 entradas vendidas, solo se llegó a las 8.400, con lo que queda una reflexión, que se hará en los días siguientes. “Todavía es muy pronto para hacer valoraciones definitivas”, explica Robles. Mientras los seguidores permanecen a la espera, a lo mejor se podía recuperar la idea de un festival escalonado como el del año pasado, en el que se empezó con un aforo de 3.000, luego se pasó a otro de 3.500 y, al final, se abrió todo el recinto a más de 7.000 personas.