Willie Nile
A Coruña, Sala Le Club 1-4-2011
Decía en una ocasión Oscar D’Aniello, el cantante de Facto Delafé y las Flores Azules, que cuando ellos tocaban en directo buscan un objetivo claro: que el público sintiese que estaba mejor allí que en cualquier otro sitio. Solo Willie Nile sabrá qué pretende exactamente cuando sube a escena, pero unas 200 personas sintieron algo parecido a eso, a la felicidad plena, en este caso en clave rock. Sí, nada de mensajes trascendentales y esas aseveraciones con fuegos artificiales que tanto gustan a los críticos. Con él todo resulta más sencillo. El viernes pasado Nile inyectó felicidad y plenitud en los corazones de la audiencia con sus canciones. Y eso, que puede parecer poco es, de verdad, muchíiiiiiiisimo.
¿Un símil aproximativo para el no iniciado? Pues pongámonos, por ejemplo, en un concierto de Teenage Fanclub. Sí, nos referimos a esa sucesión sin parar de temas redondos, que suben al oyente sobre la ola de la euforia y no lo dejan bajar durante una hora y pico. Cambiemos las referencias y vayamos a un sonido abiertamente rock, pero con una esencia totalmente pop, un poco entre Bob Dylan, Bruce Springsteen y Tom Petty. Melódica y vibrante, esa música mira al frente con el gesto honrado y emocionado de un trabajador de la música. Y cuando dice «brothers & sisters» señalándote te hace sentir partícipe de un algo muy difícil de explicar, pero facilísimo de disfrutar. “Tenías razón, este tío es tremendo”, se podía escuchar a un chico a mitad de concierto. Otro más en la cadena, otro más.
Venía de apelar Willie al Substitute de The Who. En cuanto sonó un tipo de unos cuarenta y muchos años empezó a bracear enloquecido, como si el neoyorkino adivinase su canción favorita y lo trasladase a aquellos 18 años que solo la música puede acercar. Antes, versionó también el Rave On de Buddy Holly en el mismo ambiente de fiesta y, minutos después, inmerso en la locura colectiva, el I Wanna Be Sedated de los Ramones, certificando sus años mozos en el CBGB. Pero, por supuesto, no se trató solo cuestión de atacar clásicos ajenos. Su tempranero She´s So Cold, jugando al pregunta-respuesta con el público dejaba claro que la fiesta del año pasado cuando vino secundando por The Stormy Mondays se iba a volver a repetir. Y lo hizo.
Si cabe incluso con mayor intensidad que entonces. Con una sección rítmica de Nueva York y Jorge Otero de The Stormy Mondays como lugarteniente a la guitarra, Willie bordó una actuación excepcional. A excepción de un tramo central, con un par de baladas que rebajaron un poco el nervio, el resto fue una exhibición sin tacha de un repertorio que, en justicia, debería tener muchísima más proyección que doscientos fans sudorosos y obnubilados. No cuesta mucho imaginar Hard Times In America, por ejemplo, cantada en un estadio como si del The Rising de Bruce Springsteen se tratase. No, pero en el fondo, a la mayoría le gusta así: en pequeñito, cerquita, con una barra al lado dispensando cerveza, mientras se suceden maravillas como House Of A Thousand Guitars, Singing Bell o The Innocent Ones.
¿Un momento? One Guitar. Esa preciosidad incluida en su último disco sonó inmensa e hizo gigante a este pequeño roquero que se ha ganado totalmente el corazón de un público local que, afónico, ya cuenta los días para la próxima vez. Esperemos que en el 2012 retorne, nos vuelva a subir a todos a la ola de la euforia y nos deje tan llenos de energía como esta (y la otra) vez.
Un espectador grabó «One Guitar» en el concierto y lo colgó para el disfrute de todos.Foto: Cristina Cotelo
Grandísimo Willie Nile!! Que vuelva siempre!!
Y los teloneros??
Me sumo a todo lo que dices, Javier, menos a lo de «ese par de baladas» (una de ellas al piano, Love Is A Train, magnífica), que a mí me encantaron también. No soy imparcial con el señor Nile, al que tuve la suerte de conocer por casualidad en «su terreno» hace unos cuantos años. Lo sigo desde entonces. En su primera visita a Galicia, el verano pasado, la banda de la que formo parte, The Highlights, tuvimos el enorme privilegio de telonearlos dos noches consecutivas. Fue nuestro mayor y mejor aprendizaje hasta la fecha, sin ninguna duda. Una prueba de sonido con Willie Nile vale más que cien horas de ensayo. Uno descubre lo sencillo que es todo… si se parte del talento y del sentimiento. Si no, claro, no hay nada que hacer. Por eso un tipo de Oviedo, otro gigante llamado Jorge Otero, toca la guitarra para Willie por toda Europa. Porque el pequeño-gran hombre sabe de este oficio. Y encima es buen tipo, cojones. Cercano pero no falsamente modesto, deseoso de entablar una conversación sobre música y músicos con todo aquel que chapurree un poquito de inglés. Ojalá esto se convierta en una costumbre, ojalá tenga cuerda para rato y marque Coruña como parada obligada.
PD: mi enhorabuena a Le Club por apostar por un concierto así y a Green Fandango por su estupendo set de apertura. Sé por experiencia propia lo intimidatorio que resulta salir a «calentar» al público cuando el que viene detrás ha escrito On The Road To Calvary. tro día hablamos de por qué a Willie Nile no lo conoce casi nadie…
Saludos!
Lo siento, no llegué a Green Fandango que salí tardísimo de trabajar