La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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PJ Harvey ha abierto un paréntesis. Con Let England Shake deja apartada la exploración interior para intentar radiografiar el estado de su nación, Inglaterra, y la causas de su espíritu guerrero. Ahora Polly nos lleva a una primera persona colectiva que traza, canción a canción, un recorrido que va desde la batalla de Galípoli de 1915 a la actual intervención en Afganistán de las tropas de su país. Para ello, la artista ha optado por un sonido con intenciones de atemporalidad. Grabado en una iglesia del siglo XIX de Dorset, su pueblo, con el círculo de músicos de su confianza (Mick Harvey, John Parish) y su productor estrella (Flood), el nuevo trabajo de PJ Harvey recoge el testigo donde lo dejó White Chalk (2007). Y lo abre en una fascinante amalgama de formas y estilos.

Aún estando lejos del corte unitario de su predecesor, sí que se perciben las mismas desviaciones de folk fantasmal en cortes como Hanging In The Wire. También las atmósferas vaporosas, que parecen musicar el sonido mismo del humo saliendo del hielo y miran de reojo al ambient-pop de los ochenta. Ahí está la influencia de Cocteau Twins en piezas como la titular Let England Shake, Written On The Forehead o The Words That Maketh. Y, cómo no, también hay recordatorios a su sonido de siempre, bien en su vertiente de rock al ralentí (The Last Living Rose ) o de folk desgarrado ( England ). Todo para dar forma a otro álbum excelente que revalida a PJ Harvey como una figura sin parangón en la actualidad.

Siempre necesaria, Polly ofrece una nueva lección maestra. Desde ya, este es uno de los grandes discos del 2011.