La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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nadadora_01En el título capicúa de Luz, oscuridad, luz se refleja la vuelta a los orígenes que la banda de O Grove ha experimentado en su ya tercer álbum. Superado el drama del predecesor, Hablemos del miedo, se trata de la madurez total —musical, pero también espiritual— de una banda que ha encontrado su camino buscando dentro de sí misma. «Yo tengo la sensación de que siempre trabajamos por oposición en los discos. Hablaremos del miedo era un trabajo de reacción a Todo el frío del mundo, donde queríamos escapar de ahí y explorar hasta dónde podíamos llegar. A partir de eso, el grupo necesitaba volver al principio y a las raíces. Se podría decir que el nuevo disco supone una reinterpretación de nosotros mismos», explica Gonzalo Abalo, voz y guitarra de Nadadora.

—Ello coincide con una reivindicación de la estética del sonido shoegazer a nivel internacional, que se está produciendo desde hace unos cinco años. ¿En ese giro que indica se ven conectados con la escena neo-shoegazer de The Pains Of A Pure Being Heart o The Radio Dept?

—No, de hecho el término shoegazer se acuñó para definir parte de nuestro sonido desde el principio y para mí, de alguna manera, no es una etiqueta. Es parte de nuestra estructura musical. Es decir, no puedo pensar en el shoagazer en algo aislado como un revival, sino que forma parte de mí como músico, unas veces más, otras menos, pero es una base para mí. Sobre todo Slowdive, que es algo que siempre estuvo ahí, con lo que ya nació Nadadora. Por eso no puedo sentir que formo parte de una escena nueva, porque hace siete años ya estaba presente en nuestra estructura.

—De todos modos, en momentos puntuales, ese sonido de pop emborronado está más presente que nunca. Por ejemplo, el tramo central del disco contiene canciones como “Una nueva vida” o “Siempre” que son, probablemente, sus mayores acercamientos a My Bloody Valentine.

—Sí, pero surgió dentro del estudio. Fino, de alguna manera, explotó eso claramente en esas canciones a partir de una idea deliberada nuestra. Él lo magnificó y lo llevó a más de lo que ya estaba premeditado, por eso se nota mucho más. Pero sí, se puede decir que fue premeditado.

Vídeo de «Una nueva vida» de Pedro Corredoira

—Flotan por el disco los The Cure del «Disintigration», también del lustro 1987-1992. ¿Piensa que esa fue la última gran era del pop?

—No, ni mucho menos. Yo lo que creo es que fue la última gran era de maduración de la música. Tengo la sensación de que la música necesita unos veinte años para plasmarse en el consciente colectivo. Estoy totalmente convencido. Existen teorías que dicen que tendemos a magnificar la música que escuchamos en la infancia. Esa es la que nos marcar y la que nos va a marcar siempre y siempre volveremos a ella, por eso el revival. No sé si es verdad, pero sí que creo que dentro de 20 años se apreciará la música de hoy en día de la misma manera que la de los primeros noventa.

—Siempre se les asoció al trauma posadolescente, pero el «Luz, oscuridad, luz» semeja el fin de todo ello. ¿Es así?

—Sin duda alguna. En el disco hay un trasfondo de aceptación de toda la imaginería que habitó los textos de Nadadora a lo largo de estos años de un modo más crudo, poético y, al tiempo, a veces con la mala leche que dan los años. Sí, creo que es totalmente un fin y, de hecho, me atrevería decir que hay una ruptura total con el proceso compositivo. El disco tiene una serie de referencias circulares que indican eso. Y termina en una canción, Coge mi mano, este es el camino, que pretende abrir una nueva vía. Si hay un cuarto disco de Nadadora seguro que va a ser muy distinto.

—Ese nuevo camino tiene un tono escapista. La letra de esa canción dice “Vámonos, iremos hacia el sol”, muy al estilo de Los Planetas.

—Sí, va en esa línea. No sé qué nos deparará el futuro. La gente nos pregunta por un cuarto disco, pero cada vez nos resulta más complicado compaginar el trabajo con la música. Todo esto tiene que ver un poco con lo que decía de aceptar las cosas. Creo que ya se acabó esa ilusión que movía montañas y comienza el periodo de aceptación, sobre todo yo, que soy más mayor. Nos encontramos en un momento en el que el futuro de Nadadora es incierto. No sé que va a pasar pero, sea lo que sea, va a ser un camino optimista.

—El disco no tiene singles claros. ¿Han perdido el ansia de tener un éxito que podían tener al principio?

—Bueno, no sé si el resto del grupo compartiría lo que te voy a decir, pero yo lo tengo muy claro. A medida que estoy en este mundillo y veo cómo funciona, vuelvo a cómo yo creo que debería ser el indie y pienso que me gustaría renunciar a muchas de esas cosas para encontrarnos única y exclusivamente con la música que nos gusta, sin la necesidad ni la presión de hacer singles. Son canciones pop, los singles está sobrevalorados tío, los singles te aúpan, pero también te matan. Dorian es un ejemplo: sacó un disco sin una canción tan potente como A cualquier otra parte y pasó desapercibido. Y no creo que sea un disco peor que el anterior ni mucho menos, simplemente que carecía de ese single de masas.

—¿Tienen la sensación de que cuando tocaron en el Festival de Benicassim del 2006 y el mismo día les robaron los instrumentos tocaron un techo desde el cual nada volvería a ser lo mismo?

—Aquello desestabilizó totalmente al grupo y recuperarse de eso fue tremendamente complicado. A todo ello se unieron determinadas circunstancias personales que hicieron que el grupo se perdiese. Nosotros, pero también el público, que dio la sensación de que nos perdió. Creo que las dos cosas van unidas. Pero también tengo que decir que si yo reescucho Hablaremos del miedo es el disco que me entran más ganas de volver a grabar. Pienso que nos equivocamos a la hora de llevarlo adelante, pero también creo que 3 o 4 de las mejores canciones de Nadadora están en ese disco.

—Me refería también a lo que rodeaba al grupo. Es decir, esa efervescencia de que cada paso superaba al anterior hasta llegar a un punto, tras ese concierto y ese robo, en el que se podía decir que el grupo perdió un poco la dirección.

—Puede ser, la verdad es que nunca lo pensé así y debería reflexionar sobre eso más. Pero es posible que haya un momento en el que quizás nos perdimos, en el que quizás las expectativas que había sobre le grupo y lo que el grupo quería hacer no encontraron un punto de unión. Lo que sí te podría decir es que todo es necesario y sin el disco anterior no existiría este.

—¿En qué lugar está Nadadora hoy en día?

—Nadadora está donde nosotros queremos estar: contentos y orgullosos del trabajo hecho. El resto nos da igual.

—En las letras del disco aparecen muchos mensajes contradictorios, en plan me quiero escapar / me quiero quedar, vete /quédate. ¿Qué persiguen?

—No creas que es tan fácil ni tampoco que yo analizo las cosas de esa manera. Yo creo imágenes contradictorias porque nosotros somos contradictorios. Igual yo soy algo inestable, pero mi día a día es un poco contradictorio y, en ese sentido, yo plasmo lo que vivo y mis experiencias. Hay momentos en los que quiero la soledad más absoluta y momentos en los que espero socializar. Eso se tiene que reflejar y, además, al existir toda esa temática en forma de círculos en las canciones nos lleva a otro lugar. Tal y como está estructurado el track-list del disco, y eso es algo que hice muy cuidadosamente, se están mandando continuos mensajes que dicen: Estamos en el futuro, pero al tiempo estamos en la principio, quiero que estés cerca, pero al mismo tiempo quiero que estés lejos. Tengo la sensación de que cuando pasas los treinta eso es un poco la guía de tu vida.

—¿Qué fue peor, haber pasado los 30 o los 35?

—Los 30. Ahora aprendes a canalizar la decepción con rabia y eso te vuelve más cínico e irónico, y te protege contra todo eso.

—Les produce este álbum Fino Oyonarte, el responsable de un álbum histórico, el “Super 8” de Los Planetas. Inevitablemente tuvieron que pensar en ello

—Sí y no. No solo el Super 8, ya que de hecho la producción de este disco no es la que más me gusta de Los Planetas, sino que yo al contrario que el 98% de los mortales prefiero el sonido del Pop. No pensé solo en Los Planetas, sino que pensé en Mercromina o Clovis, su propio proyecto. También pensé en algo importantísimo que no se suele valorar cuando se habla de productores, que es el factor humano. Me explico; a la hora de elegir productores dentro de lo que podíamos aspirar a que entendiera lo que quería hacer Nadadora lo tuve realmente claro. Sabía que Fino a nivel personal se implicaba a un nivel brutal. Yo hablé con él y el proceso fue muy largo. No me dijo que sí hasta que no escuchó las demos. Él necesitaba vincularse, entender y admirar las canciones antes de producirlas. Luego se metió en el grupo totalmente.

—Una de las cosas que logró Fino es que su voz y la de Sara suenen como una sola.

—Hay un poco de todo. Quisimos hacer un tratamiento de voz diferente al anterior. Queríamos solapar las voces a un nivel intuído en Todo el frío del mundo y luego perdido en Hablaremos del miedo. Fino lo logró.

—El álbum también tienen un aroma a los Yo La tengo de los primeros noventa, muy típico de Clovis, el grupo de Fino.

—Sí, claro, son sus referentes. Para también te digo que había arreglos aún más Yo La Tengo de los que él se desprendió para evitar precisamente eso. Lo escogimos porque es un experto en ese tipo de sonido.

—Ahora llega lo complicado: trasladar ese sonido el escenario. Semeja que va a ser difícil

—Se va a conseguir. La falta de guitarras se va a suplir con actitud encima del escenario. No estoy asustado, pero sí que creo que nos va costar conseguirlo. Será un proceso, un proceso que estamos buscando. Me consta que en el último concierto que dimos la gente ya nos decía que íbamos por el camino. Además te podría hablar de muchísimas cosas técnicas que estamos utilizando, como que yo tengo 30.000 pedales derivados a dos amplis y, bueno, ahora Sara está tocando la guitarra también.

—¿Tiene la sensación cuando escucha el disco o toca esas canciones de que ha llegado a algo que perseguía desde el principio?

—Sí. Quería reencontrarme con mis referentes y estar cómodo y lo he logrado, pero también tengo la sensación de que se puede aún hacer mejor.