La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Resulta complicado explicar el sentimiento de pereza irracional que, en ocasiones, transmiten algunos lanzamientos. Son esos séptimos, octavos o novenos álbumes de artistas de los que, sin profundizar mucho, se sospecha que sus mejores momentos quedan lejanos. En el caso de Dominique A, Auguri (2001) ejerce todavía en el subconsciente de faro oficial de un músico enmarcado dentro de esa generación francesa que obligó a torcer el cuello a los españoles a mediados de los noventa. Desde entonces, sus álbumes continúan cosechando buenas críticas. Pero ya nunca más el francés volvió a gozar de esa aura de “artista del año” o “disco que te tienes que comprar obligatoriamente” de entonces.

Por ello, se impone hacer una llamada de atención sobre las virtudes de La Musique (Green Ufos, 2009), no vaya a ser que se quede en un inmerecido segundo plano. Sobre todo ahora, a un mes del esperado concierto que el músico ofrecerá en A Coruña. Se trata del octavo trabajo de Dominique A que, para redondear la mentada abulia, llega al hogar con el marchamo de “disco grabado en solitario en casa”. Todo eso se diluye ante un par de escuchas, pero de verdad. Y crece con otro par más. Hasta convertirse en uno de esos discos que te reencuentran con la maravillosa sensación de perderse entre doce canciones, sin que necesites nada más que escucharlas y volverlas a escuchar dentro de un bucle infinito. De verdad, insistimos.

Videoclip de Inmortels (¿un homenaje a «Los 400 golpes» de Truffaut?)

La bellísima Inmortels ejerce de single y, sin temor a caer en exageraciones, podríamos decir que se erige como una de las mejores canciones de la trayectoria del francés. Recreándose en su estructura circular, pulsando un nuevo arreglo a cada vuelta y dejando que el dramatismo emerja poco a poco, la interpretación de Dominique A resulta tan fantástica que se podría escuchar y escuchar como un bucle sin fin. Supone el primer gran escalofrío de un álbum que también se maneja magistral por la tensión de Nanortalik, los ambientes enrarecidos de Qui Es-tu? o las programaciones machaconas al estilo de lo que hacían Autor de Lucie en Je Suis Parti Avec Toi.

Las antedichas son apenas cuatro fotografías tomadas en el interior del disco. Lo que propone La Musique viene a ser algo así como un viaje por los diferentes tonos del color que los unifica. Pese a su apariencia uniforme –melancolía, interpretación áspera, oscuridad-, la variedad que se puede encontrar dentro de él resulta infinita, sorprendente y, sobre todo, emocionante. Todo ello hasta el punto de conformar una unidad sólida e incontestable que obliga a sacudirse la pereza de encima y abrazar de nuevo a un artista imprescindible.