La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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fangoria-absolutamentePocas mujeres transmiten más sensación de seguridad y control sobre su vida que Olvido Gara, más conocida como Alaska. Durante tres décadas ha comandado una montaña rusa que ha ido desde el más absoluto undergound al número uno. Y siempre ha estado ahí, como uno de los grandes iconos de la cultura pop patria sorprendiendo a quienes tenían ideas preconcebidas y callándolas a base de sensatez y un sentido común totalmente contracorriente. Quizá por ello ha sido elegida por la organización del festival Mulleres Arte+Parte, un evento que pretende reafirmar el papel de la mujer como motor creativo. Hoy se la podrá ver a partir de las 22.30 horas en Expocoruña.

—Usted es un caso único. Igual está en una discoteca de electrónica como un programa del corazón o en una tertulia con Jiménez Losantos. ¿Se piensa mucho en donde se expone o simplemente se deja llevar?

—Eso tiene que ver con la visión que tú tienes de cómo quieres hacer las cosas y como quieres estar. Yo no tengo prejuicios, pero eso es algo que tienes que tener contigo desde el principio. La primera vez que fui a un plató y que no era para que me entrevistaran por mi música o el cine fue a La Clave de Jose Luis Balbín participando como lo que hoy llamamos contertulio. Luego, me atreví a hacer La Bola de Cristal sin haber nunca presentado un programa de televisión o escribir en prensa. Tiene que ver con que para mí eso es lo correcto. Entiendo que para otros lo correcto es especializarse en algo y solamente estar con aquellas personas con las que comulgas al 100%. Esa no es mi forma de ver las cosas ni de hacerlas y eso no es más que el reflejo de lo que yo soy.

—Eso se traslada a su música que empieza en el «underground» y termina a los pies de Raphaella Carrá.

—Va todo junto. Nuestra primera versión de Raphaella Carrá es el Rumore y es que del año 83, a la vez que estábamos haciendo una canción que tiene que ver más con Siouxe. Pero es que son nuestras influencias. Ni siquiera hay un ánimo reivindicativo. Te gusta lo que te gusta y lo muestras, sea desconocido o sea totalmente asumido para los demás.

20090506091403015052_fangoria-absolutamente—Este verano unas 300 personas se manifestaron contra el hecho de que Raphael tocase en el Noroeste Pop Rock de A Coruña. Decían que no era un artista pop. ¿Qué le parece?

—Me parece que es no entender lo que es el pop y no tener cultura. En un festival como Glastonbury ha actuado Tom Jones y nadie dudó que ese era el sitio en el que tenía que actuar. Lo veo un poquito como que todavía existe un lastre, que es una cosa muy de España. Si hubieran llevado a Tom Jones nadie hubiera protestado.

—¿Faltan estrellas pop de verdad en España?

—[suspira] Es complicado. En España se va más por el lado del artista que, según cuenta en sus entrevistas, no quiere destacar sobre los demás, que es un poco el chico de al lado que canta canciones para los demás. Pero tiene un yate y, obviamente, no es el chico de al lado. Además, esa imagen que tiene de chico normal tiene horas y horas de estilismo detrás. Eso es lo que más se lleva aquí, porque hay mucha mala conciencia de mostrar lo que uno es o de ser distinto. Por ese lado hay más carencia que en algunos países anglosajones o latinoamericanos.

—En los ochenta florecían las estrellas con cierta arrogancia como usted, Loquillo o Santiago Auserón. ¿Se ha bajado el mentón ahora?

—No, no creo. Cada caso es un mundo. Hay gente a la que una estrella un poco más arrogante tampoco le gusta. Yo pienso en un grupo típico de los dosmiles como puede ser Ellos y no se me ocurre un cantante más arrogante en el buen sentido que Guille Mostaza. O Miqui Puig, que es fruto de los noventa. Tú has citado a Santiago, a Loquillo y a mí. Quizá no podrías citar más, porque tres siempre los hay. El problema es llegar al cuarto [se ríe].Hay un tratado muy interesante sobre la música indie publicado en Inglaterra que dice que la base del indie es la falta de arrogancia, una actitud de no me importa nada, no quiero estar aquí, no me he vestido para estar aquí, no me importa el público, etcétera. Pero eso tampoco es verdad, porque luego veías a Jarvis Cocker que era lo más arrogante y estupendo que querías en el escenario. Así que nada se puede generalizar nunca.

—Participó en el disco de Tamara. ¿Cómo lo recuerda?

—A mí el disco me parece muy bueno, buenísimo. De repente, encontramos a un personaje que tenía una personalidad. Es decir, cantaba de una manera, se movía de una manera, tenía una imagen creada por ella misma… para nosotros eso era ser una artistas. Otra cosa es que eso fuera lo que Tamara pretendía, porque ni ella sabía quiénes eran todos esos que colaboraron en su disco. Ella tiene otra visión del mundo. El error no estaba ni en ella ni en nosotros, es que no coincidíamos. Nosotros veíamos una cosa y ella de sí misma se veía como una cantante normal y corriente tipo Whitney Houston o Mariah Carey. Nosotros le veíamos una cosa muy especial.

—Carlos Berlanga denunció que había habido censura sobre ese disco.

—Se puede constatar. El single de Tamara llegó al número uno de la lista de ventas oficial y en algunos programas de radio repasaban la lista de ventas y cuando llegaban al número uno despedían el programa sin mencionar a Tamara. Obviar eso es una historia sospechosa.

—Ya han colaborado con Camela. ¿Para cuándo con Pimpinela, que son un poco los padres de todo ese pop «telenovelesco»?

—¡Oh que bueno sería hacer una canción con Pimpinela! Somos muy fans de ellos. Carlos Berlanga, por ejemplo, adoraba la forma de componer de ellos y cuando en el año 84 hicimos Cómo pudiste hacerme esto a mí algún crítico dijo horrorizado que parecíamos Pimpinela. Sin embargo, Carlos estaba encantado porque para nosotros no era un insulto, sino un todo un halago. Hay dos tipo de colaboraciones: una que se te ocurre a ti y llamas a la gente para que salga en tu disco, como Sober, Mago de Oz o Camela. Y otras que te proponen a ti, como me pasó con Miguel Bosé o Raphael. A veces los conoces. Con Camela coincidimos en una televisión, cuando había muchos programas tipo Luar por el mundo que ahora ya casi no hay. Eso era muy divertido, porque llegabas al programa conocías a otros artistas y con ellos surgió así. Eran simpatiquísimos, nos encantan musicalmente y conseguimos que se llevasen a su terreno una de nuestras canciones.

fanmgoria—Reivindica a Pamela Anderson como la mujer perfecta. ¿Cree usted que será un icono como Betty Page?

—Totalmente. Será de las que trascenderá al tiempo. Marylin no era especialmente bien considerada en su momento. No sé por qué a la gente le es mucho más fácil reivindicar o quitarle el peso a la cosas cuando pasan 20 o 30 años, porque Pamela ha trabajado con todos los fotógrafos que la consideran un icono tipo David LaChapelle. No es que vaya a serlo, es que ya lo es. En cuanto al físico, sigo pensado que es la mujer perfecta.

—Hace veinte años estaba a punto de nacer Fangoria. ¿Ya han salido los de «Yo estuve ahí cuando Fangoria daban sus primeros conciertos»?

—Todavía no. Los noventa tienen menos entidad que los ochenta y a la gente le cuesta más. Todavía teníamos que ver la reivindicación de Australian Blonde, Killer Barbies o los primeros Dover y eso no acaba de llegar. Pero sí te puedo decir es que ya han dejado de dar la lata con los ochenta. Pero cuando éramos pequeños y hacíamos las primeras entrevistas con los Pegamoides ya nos pasaba. Todos los periodistas nos hablaban de lo maravillosos que habían sido los sesesenta y nosotros les decíamos que no, que lo maravilloso eran los seteta. Es un ciclo de 20 años que siempre hay que mirar lo de 20 años atrás. Como vieja, te aseguro que pasa continuamente.

—¿Era algo insoportable esa adoración a destiempo por los ochenta?

—Sí, pero ¿qué quieres que le hagamos? Las personas que ahora mismo están en las agencias de publicidad, secretarías de cultura tienen cuarenta y tantos años o cincuenta. Entonces, la de esos años es la música que ellos escucharon de pequeños y quieren que se repita. Creo que ha pasado la fiebre, pero la de los noventa todavía no ha entrado.

—En la portada del nuevo disco homenajean a la Factory y el pop-art. ¿Son hijos de Warhol?

—Si de manera muy directa y por separado. Cuando Nacho y yo cuando empezamos en Kaka de Luxe coincidimos, uno de los puntos de encuentro fueron Warhol y la Factory. Nacho siempre dice que la primera vez que oyó hablar de Warhol fue en una canción de David Bowie. Yo pensaba que me hubiera gustado estar en la Factory cuando tenía 12 años. Fue un punto de partida más allá de la música y el arte. Nosotros no tenemos el prejuicio de la estrella o el famoso. Para nosotros es fantástico ser una estrella y un estrella lo eres aúnque nadie te lo reconozca y seas una travesti que estás en una esquina. Tú eres una estrella, eso es algo muy warholiano. Además, tuvimos la suerte de tocar para él cuando estuvo en España. Ha sido una especia de filosofía que además ha triunfado incluso en el peor sentido. Es decir, lo de la fama por la fama en los programa de televisión. Si Warhol estuviera vivo estaría encantado con lo que hay por ahí.