La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Más allá de errores ortográficos, gazapos en fechas de edición u opiniones encontradas, existe un reproche que suele molestar y doler al crítico. Se trata de la típica mención a algo que se escribió hace años y que contradice por completo a lo que se defiende en la actualidad. Es decir, la demostración de que el crítico es un veleta y, por tanto, que su criterio no es fiable. Por poner un caso bastante repetido, !cuántos han puesto a parir a Los Planetas en sus primeros dos discos y, luego, tras Una semana en el motor de un autobús se apuntaron al club de fans con aires de este es mi grupo favorito de toda la vida! Antes podía colar, todo se quedaba en la amonestación en un círculo en un pub o, a mayores, en una carta al director, pero ahora no. Siempre existirá esa molesta mosca cojonera que, en un foro digital, en un blog o en la opción de comentarios de la publicación en la que se escriba, saque a colación aquellas líneas. Sí, sí, en las que textualmente se decía que los chicos de J & cia eran un auténtica basura.

Es el problema de dejar las cosas por escrito, que permanecen. Los fans cambian de opinión sobre sus grupos, pero esos giros gustativos se quedan en opiniones orales, que se las lleva el viento. Todos tenemos uno de esos amigos requetecool que moldea al pasado a su antojo y que piensa que todo cuela. Sí, ya saben, el típico que va que le gustaban Einsturzende Neubaten y Nick Drake cuando tenía 14 años en vez de U2 o Nirvana. Sin embargo, la crítica tiene la obligación de pronunciarse públicamente y no en un corrillo de colegas tomando copas. Normalmente, sin el tiempo necesario de formar una opinión. Y así, uno se ha podido encontrar a firmas de primerísimo nivel nacional haber despotricado a gusto contra grupos del calibre de Nirvana, Radiohead, Spiritualized, Lagartija Nick o Primal Scream de un modo difícilmente sostenible en la actualidad. Asimismo, desde esa misma prensa seria, también se han vertido piropos al advenimiento de The Bluetones, The Presidentes Of United States Of America, Deluxe u Offspring que hoy, es de imaginar, que harían sonrojar a más de uno.

Esto, señores, es como lo de lanzar los penaltis. El que se atreve puede fallar. Con los juicios de los discos ocurre lo mismo. Si a mí me hubieran mandado hacer una crítica del Dry de Pj Harvey en 1993 probablemente lo habría puesto fatal, ya que no le pillé el punto hasta To Bring You My Love. Lo mismo pasa con Sr. Chinarro a quienes, estupefacto ante la unanimidad de la crítica, no logré entender hasta La primera ópera envasada al vacío o The Strokes, que de entrada me los tomé como un grupete-de-un-single al estilo de Kaiser Chiefs, hasta que no quedó más rendido que caer rendido a sus pies. ¿Qué sucedió? Pues que esas impresiones no quedaron plasmadas por escrito. Entonces se puede hacer el borrón y cuenta nueva y tirarme el rollo de “yo ya lo sabía” sin peligro a la colleja pública. No así por ejemplo con mis azotes dialécticos ante grupos como Chemical Brothers u Orbital a quienes en una crónica del Fib 96 taché de coñazo aburridísimo. O Suede, que consideré en una crítica una banda de revival sin más chicha que malcopiar a David Bowie y lucir palmito. O, quién sabe, a Wilco que ya ven la que se montó aquí por decir que no me llegaban adentro y a lo mejor mañana se convierten en mi grupo favorito con todo tipo de escalofríos.

Por ello, fans de la música, miren a sus adentros y contemplen sus mil y una contradicciones. Seguramente darán con muchas, tantas como las de las personas que las exponen en público. Aunque, claro, pasarle tippex a la memoria es más fácil que hacerlo en la tinta impresa.