La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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The Wave Pictures
18-4-09, A Coruña, Auditorio de la Fundación Caixa Galicia
Ciclo Vangardas Sonoras

Más allá de esa suerte de marchamo indie que imprime a las grabaciones, el lo-fi (es decir, la llamada baja fidelidad) posee un agradable efecto secundario: en directo asegura un cambio respecto a los discos. Con The Wave Pictures, la última banda que ha encandilado a los que un día se enamoraron de Pavement y luego de Hefner, así ocurre. Su comparecencia en A Coruña dentro del festival Vangardas Sonoras terminó siendo, entre otras cosas, un baño de brillo al sonido mate de sus grabaciones. Incrementado todo ello por la estupenda prestancia sonora del auditorio de la Fundación Caixa Galicia (el cantante David Tattersal recordaba que el show de Zaragoza el día anterior había sido más “hot”) lo cierto es que su música –nítida, cristalina y tan familiar que parece que llevasen 10 años musicando los hogares del público- tardó apenas unos segundos en meterse a las 200 personas que allí se dieron cita en el bolsillo. A quienes los desconocían y a los que ya habían caído a los encantos de Instant Coffe Baby: todos terminaron con la sonrisa tonta dibujada en el rostro y la sensación de que el charming había pasado por allí durante una hora.

Para ello, David Tattersal, Franic Rozycki y Johnny Helm, solo tuvieron que subir a escena y ponerse a tocar. Tres encantadores nerds a los que era fácil adivinarles una adolescencia de camisas abrochadas hasta el último botón y amores, ya no correspondidos, sino ni tan siquiera avistados por la destinataria. Para contrarrestarlo estaban los discos y los héroes pop. Y estos -de Jonhatan Ritchman a Darren Hayman pasando, cómo no, por John Lennon o Lou Reed- proporcionaron las guías que, años después, derivaron en un inesperado éxito en un país como España. Quizá por ello David no dejaba de excusarse por no saber hablar español, buscando una interacción que progresivamente logró una música que, insistimos, sonó a gloria. Y no solo los temas más conocidos (cuando apenas llevaban quince minutos, el Just Like a Drummer ya se cantaba en la plantea por los guiris que se acercaron), sino por algunas de las piezas inéditas presentadas. En ellas, como si alguien agitase los pentagramas de Luna para ver qué salía de ahí, se invocaba a la atmósfera de la Velvet calma y a unas guitarras próximas a Tom Verlaine. Y dejaron muy buen sabor de boca.

Pero la fiesta de verdad vendría en la segunda parte cuando desfilaron sobre las tablas cosas tan geniales como Kiss Me o Strange Fruit For David, totalmente revalorizadas con el suplemento emocional de un directo que, un poco en susurros, indicaba una filia con bandas como Housemartins y Go Betweens que nadie o casi nadie reparó. Entonces, ocurrió que se pasó de la sonrisa al meneo de cabeza, luego al toqueteo en los muslos y, finalmente, al taconeo incontrolable. Y, claro, se pensó en ese «hot» al que el vocalista aludía largándole sorbos a un bote de Estrella de Galicia. Este concierto –con casi toda seguridad, el mejor recital de pop que ha acogido la ciudad en lo que llevamos de año- ahí pedía ya una sala con botellas, cigarrillos y, bueno, tiritas (el guitarrista terminó ensangrentando los dedos con las cuerdas de su guitarra) para convertirse en una celebración colectiva del pop de caligrafía torcida y latidos que se salen de la gráfica.

El sábado The Wave Pictures tiraron la flecha e hicieron diana en una ciudad en la que hace años era inimaginable un lleno con una propuesta así. El que a la salida se hartasen de vender discos demuestra que el interés esta vez sí es real. Que siga siéndolo, por favor.