La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Mientras la oficialidad propone al Laboratorio Ñ (la expedición sufragada por la SGAE que llevó a Iván Ferreiro, Amaral, Pereza, Deluxe y Quique González a Argentina hace unos años a revivir el espíritu de The Baseement Tapes de Bob Dylan & The Band) como la cima del rock de calidad hecho en España, existe un amplio elenco de bandas situadas fuera de foco (del mediático, pero también del burocrático) que están ofreciendo, en la sombra, algunos de los momentos más excitantes de la historia del rock español. Desde Lisabö a Nacho Vegas, pasando por Triángulo de Amor Bizarro o Cuchillo, resulta insultante verlos ahí, condenados de por vida al ostracismo.

Uno de esos nombres es El Columpio Asesino. Cuando debutaron en Galicia, allá por el 2003, su música se podía resumir como el feliz y disfrutable encuentro entre los Pixies y Parálisis Permanente. Rock oscuro, anguloso e incómodo que funcionaba, y muy bien, a golpe de arrebato guitarrero. Eran los tiempos de El columpio asesino, su álbum de debut, y las 30 o 40 personas que se dieron cita en el Mardi Gras de A Coruña cerraron el puño durante su actuación, coronada con el Vamos de los Pixies.

Todo promete convertir aquel recuerdo en nada este fin de semana, porque La gallina, la obra que vienen a presentar, es de las que elevan a un grupo a la galería de los imprescindibles. Se trata del tercer álbum de los pamplonicas. Una depuración total de su discurso que alcanza cotas de obra magna. Ajeno al ruidismo que marcó sus primeros pasos, ahora Raúl y Alvaro Arizaleta (el núcleo de la banda) dibujan con trazo claro melodías hipnóticas sobre una base de electro-rock. Por momentos, sugiere una mezcla entre las atmósferas obsesivas de Suicide, la vena pop de Jesus and Mary Chain y las pinceladas de psicodelia de Mercury Rev.

Irresistibles para al oyente que busque enajenarse sobre bucles de rock sintético y voces cuasi robóticas, su traslado al directo será una fiesta para los amantes de ese otro rock. Que no es sino el mismo que en el 95 representaban Los Planetas o Manta Ray, cuando Carlos Goñi o Presuntos Implicados eran considerados los buenos. Es decir, los supuestos estandartes del rock de calidad, esos que han inspirado a miles de bandas a posteriori y de los que, hoy en día, todos ven como referentes de la década pasada. ¿O es que alguien osa dudarlo?

Video de «La marca en nuestra frente es la de Caín»