La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Un minuto y veinte segundos es lo que tarda Christina Rosenvinge en capturar el corazón del oyente con su nuevo álbum Tu labio superior. Ahí termina la primera línea del enredador estribillo de La distancia adecuada, una pieza de folk-pop preciosista que recuerda al mejor Nick Drake. La autora lo vio tan claro que la escogió como single: «Totalmente. Es una de esas canciones en que ves que se ha llegado al cien por cien de lo que podría ser. A veces no alcanzas la idea que tenías y te desvías. En esta sabía lo que quería perfectamente y los músicos lo entendieron muy bien. Por eso, para mí es la bandera del disco».

—Esa canción anuncia un adiós al pop frágil y quebradizo de sus últimos álbumes que se confirma luego en casi todo el disco. ¿Lo buscaba?

—Efectivamente, en discos anteriores escribía canciones que buscaban ser un poco inusuales. En este he recurrido a formatos más clásicos y un sonido más contundente. También al hecho de que las canciones fueran más directas, apoyándose mucho en las letras. La vuelta al castellano hace que sea un disco más comprensible.

—Las canciones de «Tu labio superior» hablan de superar el desamor. ¿Se podría decir que recogen la secuencia que va desde la ruptura de una relación al inicio de otra?

—Desde mi punto de vista no habla de la superación del desamor, sino de sobrevivir al amor, que tiene un matiz diferente. Las canciones se acercan de distinta manera a todo lo que ocurre cuando no estás en una situación estable emocionalmente. Y sí, claro que se toca ese tema.

—La parte más turbia del álbum es la que toca la monogamia. En «Eclipse» llega a decir: «Aquí está tu collar, te daré de comer, te sacaré a pasear».

—Bueno, en todo el disco aparece un cierto sentido del humor. En este caso de trata de un modo irónico de esa cierta lucha de poder que se da en las relaciones. Pero en este tema se habla de un caso contrario al habitual, de esas relaciones en las que nadie quiere el poder en realidad, en las que los dos quieren ir a remolque del otro.

—En esa canción exhibe una de sus señas de identidad: los susurros. ¿No se atreve a cantar a viva voz?

—Tengo mucha más voz de la que uso, pero cuando la empleo no me gusta. En general, me atraen más los cantantes que dicen que los que cantan. Creo que hay que tener una voz muy particular para poder hacerlo. En mi caso, para buscar una voz más mía y poder expresar las letras mejor, siempre ha sido cantando de ese modo suave.

—En este álbum se acompaña de dos astros del «indie-rock» americano: Steve Shelley (Sonic Youth) y Chris Brokaw (Come). Háblenos de ellos.

—Steve Shelley debe de ser mi relación musical más duradera. Desde hace diez años ha tocado en todos los discos que he grabado y, luego, los ha editado en su sello en Estados Unidos. A Chris lo conocí hace poco, en el festival Tanned Tin en Castellón. Tenía discos suyos y él míos. Estaba buscando una banda, pensé que él sería perfecto y aceptó.

—El toque tenso de Come queda reflejado en la citada «Eclipse». ¿Contribuyó Brokaw o fue accidental?

—Bueno, Eclipse nació como una canción que yo tocaba con el piano de un modo muy rítmico y que se fue deshaciendo en partes para todos los demás. Chris aportó su guitarra tipo spaguetti-western, pero en realidad todos pusieron algo muy propio. Puede que sea mi canción favorita, porque todos han hecho algo excepcional.

—Una canción particularmente bella es «Por la noche», un blues tradicional adaptado al modo de la Velvet Underground. ¿Cómo surge esa idea?

—Se la oí tocar a Chris Brokaw en el Tanned Tin con dos acústicas, como si fuera una canción tradicional americana. En vez de hacerla como un blues negro, la hacían de una manera muy blanca. Me enamoré de ella, le puse la letra en español y, basada en esa versión, hicimos esta otra.

—Empieza a girar, pero con una banda diferente de la que grabó el disco.

—Sí, pero espero que para febrero pueda hacerlo con todos los músicos que tocaron
en el disco.

Video de La distancia adecuada

REFERENCIAS DE CALIDAD Y MEDIAS A RAYAS

«Ya en la época de Álex y Christina mis cantantes favoritas eran Astrud Gilberto y Françoise Hardy», recuerda Christina Rosenvinge, que se mueve entre la perezosa dicción de la primera y el misterioso encanto de la segunda: «Me di cuenta de que podría ser cantante escuchándolas». ¿Y la eternamente referenciada Nico? «Sí, es cierto. En Estados Unidos lo dicen mucho, pero siempre he pensado que era por el acento de extranjera».

Sin embargo, dentro de las inercias de la crítica, por ahora no le ha caído la de PJ Harvey, referente máximo cuando se juntan conceptos como indie, guitarras y sexo femenino: «Bueno a mí me gustaría muchísimo —se ríe—, pero no estoy en el mismo sitio. Ella cuenta con una voz muy fuerte». En lo que sí coincide con PJ es en el gusto por la estética. Lo reconoce: «Es algo importante. Forma parte de lo que quieres decir. En este caso quería buscar un mundo muy femenino. Utilizamos una tipología para las letras de un libro del siglo XIX de tipografía inglesa, que no se puede encontrar en los ordenadores ». ¿Y la moda? ¿Acaso no fue ella la que hizo que todas las niñas de los ochenta se pusieran medias con rayas horizontales? «Me inspiraba en la moda inglesa, e hice un poco de abanderada. Reinventé cosas de la moda punk de ese momento. Me hace gracia jugar con ello, pero tampoco le doy mucho tiempo. Es muy complicado combinar comodidad y estilo para estar sobre editado».